Todo un señor

Botella con curiosa historia. Perteneciente a una persona que vendió el chalet en cuya bodega se ubicaba (olvidándose de ésta y otras botellas), ordenando sus nuevos propietarios sacar todo lo que hubiera en el mismo. Los encargados del desalojo, dándose cuenta del percal y cual lazarillos de tormes del Siglo XXI, arramplan con las botellas y las ponen a la venta (picaresca española en estado puro).

La botella en cuestión presentaba muy mal estado a primera vista. Etiqueta muy deteriorada (fruto, seguramente, de alguna humedad en la bodega), cápsula rota por la parte superior y corcho un tanto bajo, introducido un par de milimetros en el cuello de la botella. A ello se unía -una vez descápsulada aquélla- que el corcho presentaba en su parte media, un importante desgaste. En pocas palabras: la botella que ninguno de nosotros hubiera comprado... si no fuera porque junto a ella negocié un magnífico e impecable 890/59 y no había otra: o tragaba con las dos, o me quedaba sin ninguna. Pues oye, como dijo el filósofo: con un par.

Corcho destrozado. Sale tras 3 intentonas, pues se había introducido un par de mm más al tener la botella vertical. Por supuesto, sin decantar y dándole 45 minutos de aireación.

Presenta a la vista un color rojizo con tonos marronáceos y un amplio ribete teja, con una marcada diferencia con el menisco. Capa media/alta. Abundante precipitados de pequeño tamaño. Se aprecia una cierta turbidez, aunque el vino no se presenta apagado.

La nariz es magnífica: notas de fruta roja muy muy madura, sobre un támiz licoroso de principio. Inmediatamente aparecen, en una bien estructurada sucesión, los macerados, el cuero, la tierra mojada, los fúngicos, el bosque umbrío.. Misterioso, insinuante, aportando notas de incienso y sacristía, algunos atisbos de flores marchitas, establo. Muy completo.

En boca presenta una entrada amable y un delicado paso por boca. Aún con un punto goloso y manteniendo una buena acidez. La integración con la madera es absoluta, presentando un vino totalmente equilibrado, sereno, pleno. Inicios de fruta roja acidulada, para dar paso a un amplio registro de terciarios. De nuevo las duelas envinadas, carne cruda, cueros.. Sobre la base de un fino licor. Notas especiadas bien marcadas, tabaco rubio.. elegante, con una cierta amplitud en boca y una muy buena persistencia.

Aún se dejo una copa para la noche (casi 6 horas después -previa extraccion aire-), apreciándose alguna nota achocolatada en nariz, y, ya en boca, una menor amabilidad, resultando mucho más adusta, iniciando el vino una caída que ya se iba antojando libre. El Olmo, al fin, había dejado de dar peras.

Una enorme sorpresa. Un vino señorial que, sin duda, podría ser definido haciendo uso de un brocado clásico: nobleza obliga. Habrá que volver sobre él con otra botella en mejor estado, qué duda cabe.

¿El precio? Junto con el 890/59, 80 euros. Si este último sale igual, dos regalos por el precio de uno.

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