Está estupendo, equilibrado y un maridaje perfecto para platos del mar y la dehesa iberica.

Ambarino dorado, prácticamente sin carbónico tan solo unas pequeñas burbujas sin formar rosario, límpido y brillante, la botella mantiene como un 15 % del carbónico original. En nariz desarrolla aromas de fruta blanca madura con toquecitos de reducción, notitas amieladas, lavanda, flor de manzanilla, mantequilla rancia, algo de frutos secos, esparto seco, notitas vegetales y ligeramente herbáceas, especias, tabaco, algo de marroquinería y en su final recuerdos de mazapán y crema de cítricos horneándose. Sobrevuela en toda la fase olfativa cierta intención de mineralidad calcárea. En boca es fresco, activo, de buen paso madurito y llegando a su mitad desarrolla un hilo de carbónico muy fino que llega hasta el paladar aportando frescura por una excelente acidez. Posgusto fino, refrescante, placentero, complejo y de media longitud. Retronasal madurita, pero sin tener demasiados terciarios, los matices son más bien frutales evolucionados. Es un Cava que ha sobrepasado su propio concepto para unirse al mundo de los vinos blancos con crianza en botella, en este caso es evidente su carbónico de su origen como vino espumoso que está muy integrado en el propio vino. Está estupendo, equilibrado, se disfruta de él y maridaría a la perfección con una gran amplitud de platos relacionados con el mar y la dehesa ibérica. Además creo que llegado a este punto, el tiempo que pase en botella solo le puede aportar complejidad y matices terciarios.

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