Catado en copa Riedel Vinum Borgoña, el aroma fino –aunque poco intenso-

Catado en copa Riedel Vinum Borgoña, el aroma fino –aunque poco intenso- de frutos rojos es más elegante y expansivo que en la Riedel Tempranillo, la fruta está más presente y la madera ocupa un discreto segundo plano. En cambio, con la Tempranillo la madera está más presente (torrefactos) y el aroma es más unidimensional. En boca es de cuerpo ligero, le falta carnosidad y acaba un poco seco. Equilibrado, con buena acidez.

A las 48 horas el aroma ha ganado expresividad, es bastante complejo y elegante. En la boca, en cambio, no está a la altura de la nariz, queda algo hueco (acuoso que decían otras notas de cata) y falto de carnosidad, aunque globalmente resulta bastante equilibrado acompañando comida. Globalmente ha mejorado con la aireación por lo que creo que tiene aún una evolución positiva por realizar. El perfil de este vino es el de un clásico crianza de Rioja, pensando para lubricar una buena comida y no ser el protagonista. Te pide comida enseguida, no es un vino que te exija excesiva atención.

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