Vejez, experiencia, sabiduría, clase y estilo, pero sobretodo mucha sinceridad sensorial.

Misterioso caoba oscuro y ambarino en amplio ribete. Nariz muy intensa, punzante, cálida, con aromas de granos de café, frutos pacificados leves, dátil, nuez, minerales (muchas notas alcalinas), especias, tabaco seco, roble envinado, los aldehídicos trasladan nobleza de Solera, Hay notas de tinta, papel de periódico y cal. Matices que recuerdan a sensaciones terrosas secas, fondo amielado – almíbar bajo una leve sensación de carne de membrillo, que en su final te lleva a los nardos marchitos y a la fruta blanca sobremadura. En boca es impactante, firme, robusto y a la vez aterciopelado en el paso, como un Rolls Royce de 400 caballos en la carretera. Cierra la curvatura gustativa a la perfección dejando recuerdos de café, cacao y suaves notas cálidas / melosas que hacen del posgusto un verdadero placer, con toquecitos amargosos nobles en su final, como la sensación que te deja el tabaco habano y la dulzura del alcohol viejo. Sin lugar a dudas es uno de los grandes de El Puerto, está como escondido, no quiere saber de la gente, hay que ir a buscarlo y siempre está en su tranquila Bodega frente al río Guadalete. Se intuye en este vino: vejez, experiencia, sabiduría, clase y estilo, pero sobretodo mucha sinceridad sensorial.

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