O debo ser un pésimo catador, o de plano probé otro vino. Porque si me lo

O debo ser un pésimo catador, o de plano probé otro vino. Porque si me lo hubieran dado a ciegas y con apenas un minuto para catarlo, hubiera creído que era un burdeos, un St. Estephe en específico, de una añada mediana.
Nariz terciaria al principio, de buena intensidad, con toques de cuero, maderas, algo de humedad y bosque húmedo. El aire le da un firme carácter mineral de grafito, carbón vegetal, pimienta quebrada, y notas austeras de la fruta en medio de chocolate de leche, capuccino y algo de tostados. Requiere una buena aireación; también en el paladar demanda paciencia. Poco a poco se va acoplando en un recorrido potente pero elegante, con abundante fruta roja y berries que nunca reboza de madurez y va sostenida de buena acidez y tanicidad madura pero ligeramente áspera. Hay tonos achocolatados con algo de especias y la crianza bien ensamblada. Acaso el final es un tanto cuanto tosco y falto de dimensión... y es aquí donde uno se da cuenta que no es un St.Estephe.

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