Indudablemente la añada no influye por igual a todos los vinos. Siempre se ha dicho que las grandes casas suelen ser más regulares y que saben mantener la esencia siempre, ya se trate de cosechas excelentes, buenas o regulares. Y Vega Sicilia es un claro ejemplo, sobre todo en los Único maduros. Desconozco si se debe a sus prolongadas crianzas o al mayor porcentaje de cabernet de aquellos tiempos. Lo que está claro es que todos están cortados por un mismo patrón: profundidad, largura, masculinidad y capacidad de evolución en copa, los podemos decantar o incluso jarrear muchas horas antes, que en general no se van a caer. De hecho, al abrir este 86, el corcho estaba empapado y sin embargo todo respondió a las mil maravillas desde el primer sorbo. Sorprendió su enorme acidez mayor que en otras ocasiones, cualidad en la que no destaca habitualmente. Por lo demás, todo según lo esperado: distinción, equilibrio, firmeza, misterio... Como el himno del Cuerpo de Marines, "semper fidelis", o si lo prefieren, como nuestros Tercios que nunca se rindieron, son botellas que nunca defraudan.