Sin duda el vino rosado más curioso que he catado, diferente a todo pero muy original y lo principal es que gusta.
La variedad Tibouren dicen que da rosados de capas pálidas y supongo que por este motivo añaden un 10% de garnacha tinta.
En nariz la fruta recuerda los nísperos, aromas cítricos de mandarina, toque floral, cereales, especiado y con fondo mineral.
En boca la acidez le aporta estructura y frescura, las notas de fruta cítrica y las especias envuelven el paladar, floral. Sabroso y algo goloso.
Un rosado singular pero que vale la pena probar.
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