La identidad de Markus Molitor y su bodega parte de una máxima: "Inflexible. minucioso, trabajo manual en el viñedo y en la bodega, y respeto por la uva y el vino"; ingeniería y precisión, liturgia indoeuropea, pájaros migrantes de las selvas germánicas.

Negros demonios enterrados en forma de losas de piedra oscura, llamas de atmosférica presión enterrada, raíces ingeniosas que abren rendijas rompiendo la frágil y a la vez poderosa pizarra; la madurez, la energía y la profundidad del metamorfismo líquido del Mosela.

Del infierno pizarroso al cielo grisáceo, la reina pinot noir, el mirlo embriagador, spätburgunder; selección exhaustiva, nivel máximo de maduración en el viñedo, grano a grano, mano a mano, señales digitales marcan el destino final de cada uva y el alma de este vino.

Color rojo cereza con el ribete púrpura, de capa media-baja, limpio y muy brillante.

La nariz está completamente poseída por un espíritu de fruta roja crujiente, fresitas silvestres y frambuesas, tiene una gran presencia de deliciosos balsámicos en forma de laca de uñas rojas como el caramelo que viste las manzanas azucaradas; trasfondo de hongos y suelo de bosque mojado con un punto especiado de clavo de olor, recuerdos finales de metálica sangre herida.

En boca tiene una entrada muy fresca y delicada, muy buena acidez acompañada de cierta amargura que ataca el fondo del paladar y los lados de la boca, acaba bajando a la punta de la lengua, delicado pero con cierta intensidad, jugoso y vibrante, taninos pulidos que ahora están aterciopelados, con cierto nervio pero agradables como el tacto de la piel de un melocotón de vid.