Menor crianza y mayor frescura

Menor crianza y mayor frescura y sin perder complejidad. Esa sería la conclusión a la que llegaríamos tras beber esta nueva saca de Navazos. Un fino con una media de edad de ocho años, frente a los diez de las ediciones anteriores. El resto sigue siendo igual, el color es amielado y aunque se embotella prácticamente sin filtrar, la limpieza es impecable. El tacto es untuoso pero también juvenil, por lo que acompaña cualquier comida a las mil maravillas. El paso tiene agarre y prestancia y el postgusto es largo y complejo, dejando aromas a frutos secos, yodo, madera vieja y especias. Muy versátil, pero con esa impronta de seriedad que poseen los finos de Navazos.

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