Tenía ganas de catar este vino por lo que innova con la crianza en barricas que antes tenían whisky.
Es un vino potente pero que se deja beber bien por el toque dulce, supongo que es una de las propiedades que las barricas de licor le aporta al vino, quizás otra sea las notas de vainillas que están bastante marcadas.
Es cálido, pero no molesta esa calidez, la acidez controla y equilibra. Mucha fruta negra recordando las ciruelas y los arándanos, tinta china y chocolate, taninos sabrosos, especiados. Final largo y agradable.
Color cereza menisco violáceo, capa media alta, limpio, lágrima fina.
En nariz hay una buena presencia de aromas de fruta negra madura, especias, chocolate, tostados y humo con madera vieja; persistencia media.
En boca tiene cuerpo, buena acidez, notable presencia de fruta negra, es fresco, nada alcohólico, taninos maduros, especias, tostados, humo y sensación de madera dulce; elaboración correcta y persistencia media.
Curioso planteamiento: antes el whisky maduraba en toneles de vino de Jerez y ahora el vino de Toro envejece en barricas que tenían whisky. Si no puedes mejorarlo, hazlo diferente; viene lacrada. Sobre 24€.
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