Didier Barral ha caminado mucho desde la época en la que empezó a elaborar vinos, en los suelos esquistosos de Lenthéric, en los años noventa. Implementó un sistema de cultura que permite respetar el ecosistema, realizar el intercambio entre el reino vegetal y el reino animal y - por fin - fortalecer las defensas inmunitarias de las cepas. Pone al mercado un blanco y tres tintos : " Tradition ", " Valinière " y " Jadis ", una cuvée de media gama.
Este 2016 es de color granate oscuro, sin diferencia entre el borde y el menisco. Muy expresivo y perfumado - aceitunas negras, chocolate amargo, moka - ofrece notas que, sin prisas, se van ganando en intensidad para ir adentrárdonos en zonas más soleadas : olores a higos maduros y a algo que nos remitió al matorral. Mantiene un vibrato altísimo, firme y natural, que le da una personalidad tremenda. Hay una excelente materia prima que se hace notar : placenterísimo ahora pero tiene cuerda para rato. La botella fue destapada la víspera para el día siguiente y el vino combinó maravillosamente con todos los platos del humilde cocinero.
En boca, está vestido de terciopelo, suave en el paso pero tremendamente sabroso, rebosante de salud, juvenil pero profundo. Encontramos sabores de frambuesas silvestres, de cerezas negras, de paloduz y de pimienta gris. Un hilo de acidez lo vertebra y le da mucha garra. Lo tiene todo : equilibrio, elegancia y pujanza.
Es un tinto que se sale de los parámetros habituales y que, lamentablemente, tiene un cierto número de detractores : no soportan su acidez volátil que alcanza 0,80 mg/l. Afortunadamente, hay paladares acostumbrados a semejante dosis : franceses cultos, españoles e italianos. Se bebe con moderación pero hasta la última gota e incluso hasta las heces. ( PVP : 27 € )