Color dorado y tonos pajizos, con matices verdosos; en nariz no hay

Color dorado y tonos pajizos, con matices verdosos; en nariz no hay ninguna agresividad ya que ataca con punzantes sensaciones, pero suaves al mismo tiempo, de rica fragancia, desarrollando aromas a hierbas del monte (tomillo y romero) almendras (marconas revenidas) y levadura de flor, todo en conjunción; en boca pasa poquito a poco, con sensación e impronta amplia, con sabor, ahora, a melón (de Benamejí de los buenos) y a caqui, membrillo, chirimoya y granada (todos enteros, verdes, o sea de los frutos tempranos de la temporada), concluye el viaje envolviendo el paladar con plenitud, y buscando el retronasal con un amargor seco, equilibrado, con persistente frescura y convenciéndonos de que tiene y acredita hechuras importantes, la de ser un vino grande entre los de su clase. Me ha hecho recordar los blancos blancos, de los bebido en La Mar Chica, malagueña, con “chanquetes”, vino de los de toda la vida, de los de un oir “vino blanco es el que bebo por culpa de una mujer..” camino, de Triana, del Barrio de la Judería o el del Gran Capitán de la mismísima Montilla o del mismo cielo. El catado corresponde: botella número 4.034 de la Saca 1ª del año 2004

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