Beber entre líneas...

Interesante iniciativa, combinando la literatura con el mundo del vino...12 meses, 12 etiquetas y 1 vino. En este caso, me ha tocado en suerte una botella inspirada en Francisco de Quevedo y en el mes de septiembre:

 “[…] para conservar la salud y cobrarla si se pierde, conviene alargar en todo y en todas maneras el uso del beber vino, por ser, con moderación, el mejor vehículo del alimento y la más eficaz medicina […]” (“La Fortuna con seso y la hora de todos” de 1650)

Vamos a la cata: 

A la vista posee un bonito color granate, con aspecto juvenil, de intensidad media, limpio y brillante, forma una buena lágrima que cae lentamente.

En nariz, aparece la fruta roja en licor, notas especiadas y avainilladas. Mantiene un buen equilibrio entre la fruta y la madera. Más tarde aparecen los aromas terciarios: tabaco y algo de cacao. Todo acompañado de notas dulces.

Su entrada en boca es fresca y presenta una buena acidez, con unos taninos aterciopelados, notas golosas y postgusto largo.

Un vino que invita a beber entre líneas...

 

 

 

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