Amarillo anublado y aparentemente ahilado (qué dos términos más pedantes me acaban de salir). Poso al final de la botella.
Decantamos siguiendo las indicaciones de Eugenio y creo que el consejo es acertado, ya que no tarda en abrir: al poco tiempo, uva blanca, cítricos, tarta de limón y merengue, toques a acético, herbáceos, pimienta blanca y piedras.
Boca refrescante que limpia el paladar. Trago fresco de estructura media. Sin trazas maderosas ni alcohólicas.
El final deja recuerdos frutales y a vinagre.
Una verdejo inclasificable. ¿ Reconocemos la variedad?, no. Lo que pasa es que se trata de un vino natural y creo que también biodinámico que pese a no llevar la protección del sulfuroso, ha aguantado seis años en botella y más de tres días abierto. Y eso tiene mucho mérito. No puntúo porque no sabría cómo hacerlo.
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