De tipo " auslese trocken ", este blanco del sur de Francia es sorprendente, desconcertante y convincente : soprendente porque procede mayoritariamente de una casta de uva casi desconocida y muy escasa, la terret blanc ; desconcertante porque se trata de un sencillo " Vin de Pays ", sin AOC. Faugères ; convincente porque hace las delicias de todos los amantes de los blancos extraños.
De color dorado oscuro tirando a rosa pardo - ligeramente turbio - recuerda, en nariz, a las flores de acacia, a la sidra o a la perada, al hidromiel, a la ciruela mirabel, a la mermelada de ruibarbo y a la caracola de pasas. En boca, sabe combinar varias notas : es una especie de zumo " multifrutas bio " - con predominio del albaricoque y del membrillo - ligero, limpio, denso, magnífico, sutilmente acidulado y amargoso - a la altura de Mas Daumas Gassac - con un regusto levemente mentolado : desafía el análisis y reta también al cocinero. Esta vez, se acopló muy bien con unas nueces de vieiras a la manera de Alain Senderens, guiso de rape con arroz basmati y queso mascarpone.
Didier Barral es un niño terrible que sacude los prejuicios, las ideas preconcebidas entre las cuales sería imposible elaborar un vino blanco en una región meridional. Demuestra lo contrario y rompe los esquemas. ( PVP : 13 € )
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