Elegante, balsámico, con trazas herbáceas -mentolados y monte bajo-, sangre, carne ahumada y mineralidad. Pese a mostrar una capa alta y un grado alcohólico elevado, lo primero que percibimos es frescura y armonía. Aunque se trata de un tinto contundente, en el que el tanino aún está lozano y hace salivar, el paso acompaña y nada está deslavazado. Un vino elaborado con unas cuantas variedades de uva, alguna de ellas casi al borde de la extinción. Viñedo viejo, suelo granítico y mucha altitud. Excelente precio.
Color amarillo dorado con reflejos color de oro blanco, limpio y brillante.
En nariz de inicio presenta notas reductivas, hidrocarburos, pólvora, ahumados, palomitas, mazorca de maíz a la brasa
untada con mantequilla, pan tostado, corteza de cerdo frita, notas terrosas y de setas, hierbas aromáticas secas,
mejorana y laurel, hinojo, eneldo; con un trasfondo de tipo mineral.
En boca tiene una entrada muy golosa, dulzona, textura cremosa, entonces aparecen unas deliciosas notas
de menta y de eucalipto expectorantes que ayudan a refrescar el conjunto.
Color amarillo dorado claro de reflejos verdosos, brillante.
Nariz de intensidad media, aromas de reducción, fruta de hueso, toques de manzana, fondo de carácter floral y mineral.
En boca es fresco, cremoso, fruta de hueso y blanca, cuerpo medio, final de fondo mineral de buena persistencia.
Antonio Madeira vinhas velhas 2017.
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