Dos años más tarde y el vino sigue estando impecable. El color es claro, aunque a los tres días empieza a tornarse más cobrizo. La boca y la nariz son puras, no tienen rastro de madera, la acidez es alta, no hay alcohol, los sabores son nítidos y hay mineralidad. Un blanco estupendo, vertical, pero también con una buena materia prima, elegante y con una gran capacidad de guarda. 

Desde que lo vi, pensé que no podía dejarlo escapar. Un San Román blanco me apetecía mucho saber cómo iba a estar. Y la verdad es que me ha costado encontrar botellas desde que a través de determinadas redes sociales se ha empezado a hablar tan bien de este vino.

Color transparente, a partir del tercer día empieza a adquirir una tonalidad algo más verdosa, pero muy tenue. Limpio y con gran brillo.

cuando lo abrimos detectamos un estilo austero y vertical aunque con bastante materia. En ese momento, casi y únicamente hay presencia de cítricos, flores blancas, toques punzantes y mineralidad en forma de caja de cerillas. Hemos tenido paciencia ya que queríamos saber cómo iba evolucionando. Al cabo de las horas comienza a dejar que surjan otro tipo de flores, fruta algo más madura (pero poco) y miel. Me he dejado un poco para mañana ya que estoy seguro de que todavía va a desplegar más abanico.

Final largo.

Es esta su segunda añada y no queremos precipitarnos, pero me da que va a convertirse en uno de los mejores blancos de España.

Vista: Limpio y brillante de color amarillo pálido con abundante lágrima.

Nariz: de buena intensidad, limpia, compleja, con los aromas terciarios en cierto predominio (ahumados, balsámicos). Toques anisados, flores marchitas y fruta blanca.

Boca: Es un vino que desde la entrada se presenta amplio, untuoso, envolvente, con cierta presencia tánica, ligera amargosidad, de viva acidez y final persistente.

En resumen, un vino complejo en su aroma y en su paso de boca. En mi opinión aún está pendiente de armonizar todas sus buenas potencialidades.