Fruta y más fruta.
Después de dos intentos y de verlo ayer en una barra, lo pedí pero me ofrecian el 2018. No quisieron descorchar el 2019. Hoy sin ningún problema lo he disfrutado en una nueva barra hostelera en Torrelavega.
Vino encerrado en una botella bordelesa que está vestida con una colorida, original y moderna etiqueta. Cerrado con un correcto corcho y en el que apenas se percibe su tintado por el corto contacto con el vino.
A la vista un color rojo purpúreo y violaceo de capa alta. Muy limpio y brillante. Muy buena, gruesa y lenta lágrima en su discurrir por el cáliz de la copa al que tinta. Ribete violáceo.
En nariz mucha fruta negra y roja. Moras, arándanos, cerezas y mayuetas del bosque. Notas balsámicas y de lacteos.
En boca encuentro frescura, mucha fruta, equilibrado, me sorprende su redondez y sedosidad. Con los taninos muy domados y manteniendo una rica y elegante acidez que invita a beber. Fresco, frutal y sabroso paso de boca. Es un vino largo. Me da una permanencia de 2,45 minutos