Cremoso

Amarillo entre el pajizo y el dorado. Algo turbio y limpio.

Le tiene que dar el aire para que empiece a coger carrerilla.  Al rato es cuando empezamos a detectar limones maduros, hinojo, lavanda, algún sutil toque a fósforo y mineralidad.  La cuestión es que si empezamos a ahondar un poco más, notamos toques lácteos y ahí es cuando falla, pues se trata de un 2017, añada joven y además magnífica en Borgoña.

Boca floral, frutal y especiada. El carácter pedregoso se queda algo atrás. Estructura, buena acidez y notable trabajo de alcohol y barrica. Registros parecidos a los que ya hemos enumerado.

Final de medio recorrido.

El problema es que hablamos de un vino joven con un deje de madurez y de notas cremosas que no deberían estar ahí.

 

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