Ya hace tiempo que Alain me recomendó este vinazo.... y ya sé por qué.
Empiezas descubriéndolo por esa nariz, con fruta crujiente, esos aromas a mar, a hierba mojada y flores de azahar, a pimienta blanca y mentolados, a esos toques minerales, de tiza, de polvos de tocador y una suave fragancia cítrica. Es un paseo de sensaciones, de frescura, de juventud... que te hace sonreír mientras olfateas, recordando viajes de juventud.
Cuando ya te lanzas a por él, la manzana verde, la pera y los cítricos, te hacen volver a los sabores de campo de juventud, a esos toques marinos en invierno, con una excelente acidez, un cuerpo jugoso y carnoso, unas notas herbáceas y florales muy refrescantes. Mineral, racial, intenso, con esas notas picantes y de matorral, con un postgusto cítrico y una estructura y amargores que harán que siga creciendo en botella, ya que ahora está en pañales. Es largo, delicioso y que hace que se te quede corta la botella.
Un vino para gozar, para disfrutar y dejarse llevar.
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