Han transcurrido 24 meses desde la última botella bebida de este honesto vino bordelés. ¿Qué me he  encontrado?. El corcho en buen estado. Tintado y elástico.

       A la vista un color rojo picota de capa alta. Permanece limpio y brillante. Con muy buena lágrima que con abundancia, grosor y lentitud se desliza por el cáliz de la copa. Ribete granatoso y con débiles notas teja.

      En nariz abundantes y sazonadas frutas rojas y negras. Madera de su crianza integrada y sin destacar. Notas minerales y balsámicas.

       En boca es opulento, equilibrado, con volumen, elegante, aterciopelado, carnoso, muy frutal, con los taninos domados y con una acidez que se mantiene fresca y que invita a beber. La madera de su estancia en madera sin sobresalir. Muy grato, elegante, voluminoso y frutal. Sigue siendo un vino muy largo. Me da una permanencia de 3,30 gratos y sabrosos minutos.

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