Un blanco que no conocía y me ha sorprendido

De color amarillo pajizo, brillante y muy limpio. Con algunos destellos verdosos. El diseño de la etiqueta me encanta, tanto las tipografías empleadas como los elementos artísticos utilizados, que hacen clara referencia al nombre del vino, el Mar y la Luna.

La nariz despliega un abanico de aromas que te trasladan a un campo de limoneros y naranjos. También me ha traído de vuelta el recuerdo del albaricoquero que tenían mis abuelos cuando era pequeño. Ligeros toques tropicales (mango). Algo de flor blanca, azahar, lirio, hinojo y tulipanes.

En boca entra fresco, de paladar herbáceo y cítrico. Deja un final amargo que se hace adictivo, invitándote a sorber otro trago. 

Vino para disfrutar en los próximos dos años, buena relación calidad precio y como puse en el título, me ha sorprendido.

Lo maridaría con sushi, arroz con chipirones/gambas, ensalada con mozzarella o queso feta.

 

 

 

 

 

 

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