Pues sí que pagaba a gusto esos 30.000 maravedíes, sí señor.

Fresco, frutal y mineral de cojones. Un vino que agrada, que engancha y del que te bebes la botella y ni te has enterado.

La nariz tiene esa fruta fresca y crujiente, con un grafito tremendo, además de regaliz, pimienta negra, flores azules, notas suaves de cuero, nuez moscada, cacao... Es fresco, afilado, con piedras de río (ese toque entre mineral y húmedo). Frutas del bosque, notas de manzanilla, de tierra.

En boca la fruta y su acidez destacan, con un paso por boca fresco, amplio, pero que no es apabullante. Notas minerales, de especias picantes y matorral, con ese cuerecillo de fondo, las flores y las frutas del bosque. Regaliz, cacao negro amargo, aceituna negra y un tanino rugoso, pero que explota en la boca y te llena de ese zumo de frutas. Es muy muy fresco, con notas vegetales y una buena estructura. Un vino fino y fresco.

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