Amarillo dorado pálido, nariz amplia a caramelo, miel y Licor Amaretto. Paso suave con buena acidez y final vaporoso. Recuerda en boca a un whiskie. Se nota la madera, y es muy diferente. Una experiencia nueva, desconocida para mí. Quizás por eso no me gusta mucho...aún.
No olvidéis que es un vino de largo recorrido. Muy joven para beber todavía. Reconozco que tiene madera para aburrir pero para los que nos gusta esas notas ciertamente ostentosas de la barrica es un perfil de vino disfrutable. Creo que es el vino que ha querido hacer Alejandro Fernández y habrá que ver cómo evoluciona en botella con unos años de guarda.
En fin, para gustos colores, no?
Exacto, es cuestión de gustos. Como el anuncio de la tónica (somos viejunos los que lo recordamos, supongo) será que lo he probado poco. Pero por ahora, que un vino me sepa a Benedictine sin azúcar aún es difícil de asimilar. A ver esta tarde, muy muy frío....
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