Vino que por cuatro euros ofrece una alta tipicidad de la Monastrell y resulta muy placentero.
Olfativamente tiene un iintenso despliegue de aromas al agitar la copa. Efectivamente, los aromas frutales resultan claramente dominantes, mora madura y dulce, junto con bayas silvestres rojas, un leve y fino toque de la madera, que le aporta especias dulces y agradable complejidad, que se complementa con una especie de componente mineral que, en mi caso sobre todo aprecié en el postgusto.

En boca, se trata de un vino muy equilibrado,, con unos taninos apreciables y sedosos, con cierto brío de la juventud que le da volumen adicional a un cuerpo medio. La longitud es suficiente y una permanencia media completan un vino más bien ligero, fresco gracias a una acidez bien controlada.