Amarillo dorado intenso de reflejos verdosos y con ligeros signos de

Amarillo dorado intenso de reflejos verdosos y con ligeros signos de evolución.
Nariz intensa y plena, que necesita una cierta aireación para expresarse. Pero por desgracia no termina de “arrancar” ya que está excesivamente dominada por la madera. Muchas vainillas, toques de madera barnizada, algo de fruta blanca madura, orejones, albaricoque. Toques de cítricos como piel de limón y un ligero carácter especiado. La madera domina sobre las notas varietales.
En boca sigue por los mismos derroteros. Es graso, untuoso y glicérico, de ataque potente y acidez media, pero agradable y que compensa en parte esa densidad. Final largo donde vuelven los recuerdos de esa madera de excelente calidad, pero que se hace notar y que disfraza los registros de la variedad.
Viendo las notas anteriores y la fama y precio de este vino (55 euros), esperaba mucho más de él. Por desgracia la madera es la protagonista. A mi modo de ver está lejos del Chardonnay de Rochioli (por poner otro de los USA) y a años luz de Borgoña (¡ay mi Borgoña!). Ese es otro cantar amigos. En cualquier caso, es un vino bien elaborado y mejor presentado, que gustará a los amantes de los blancos potentes y maderizados.

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