Vino encerrado en una botella inspirada en el original del siglo XVIII que se pude admirar en el Museo Dinastía Vivanco de Briones. Vestida con una colorista y moderna etiqueta que representa un cuadro de Miró propiedad de la familia Vivanco. Corcho que la cierra de calidad.
A la vista un bonito color rojo picota, limpio y brillante de capa media alta. Buena lágrima que se desliza con pereza por el caliz de la copa. Menisco rubí y granatoso.
En nariz buenas y abundantes frutas en sazón del bosque rojas y negras, buena madera de su crianza en segundo término y se agradecen esas notas de tostados y ahumados. Notas de especias y muy leve regaliz.
En boca es elegante, fino, carnoso, equilibrado, con cierto volumen con fruta. Retornan las buenas frutas de la fase olfativa. Notas balsámicas y golosas. Muy grato paso de boca con los taninos domándose. Con una elegante y presente acidez que invita a beber y que le dará más vida y mejor vejez. Es un vino largo. Me da una permanencia de 3,15 minutos.
Sin ninguna duda muchas bodegas riojanas se tenían que fijar en que éste es el camino.