Si es que sigue brutalérrima...
Esas notas salinas, de algas marinas, esos frutos secos, la miga de pan, los barnices, flores marchitas, mineralidad, aceitunas, suaves cítricos, maderas... Ese mar, esa albariza, esa tierra que la ha visto nacer y crecer. Esa Meca a la que deberíamos pereguinar para ver y beber el sudor de Dios, el alma de Jerez.
Torrente punzante en boca, muy marino, con salinidad, ese toque de alga, frutos secos, mineralidad, flores, cáscaras de cítricos muy maduros... No para de crecer y no paran de crecer ahora mis ganas de tomarme una copa de esta maravilla al llegar a casa.
No leáis las catas. Probadla y experimentaréis un paseo por las nubes.
Un vino espiritual que no se cata. Se siente.
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