Porque casi un año después sigue igual, con esos amargores del raspón, esa acidez tremenda, una frescura espectacular, un nervio, un crujiente en boca, una mineralidad, una fruta fresca, flores... buaaaahhhh.
Es que está aún en pañales, pero tremendo y me da que esta añada dará muuuuuuuuucho que hablar, porque lo que se está cociendo en estas botellas es un elixir de los dioses.
Viendo como están, me esperaré una temporada para abrir su Capeliños y Pombeiras, aunque me da que igual soy un poco golfo, jajajajaja
Gracias Pedro por obras de arte como este vino.
P.D.: no puntúo porque sería repetir la misma nota que la anterior cata.