Grata sorpresa la que me produjo el descorche de este cava aragonés, elaborado a base de garnacha bilbilitana (o eso me solplaron...)
Dos palabras lo definen: goloso y vinoso.
Su visual, frambuesa viva, ya anunciaba la franqueza de su cata nasal y gustativa.
Frutas del bosque en sazón, bollería, lías, mentolados...
Y en boca, lo dicho, goloso y vinoso, vinoso pese a que sólo tiene 11'5 graditos. Carbónico muy bien integrado que hace el trago fácil y alegre.
Y persistente, oye. Muy bien.
Otra buen proyecto de Ciriaco Yáñez, ese inquieto winemaker, ese "imaginador" zaragozano, que lanza muchos y buenos vinos por el mundo. ¿Vinos digo? Lo mismo elabora un vino que un espumoso que un aceite que unas palmeras de hojaldre que una cerveza... Y no hace nada que no esté bueno, doy fe de ello.
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