Rozando todos los límites

Negro azabache. Capa impenetrable. Lágrima densa que tiñe la copa.

La nariz es intensa y ofrece una serie de registros desconocidos en cualquier otro vino. Toques de brea de hulla, laca de uñas, mueble viejo, recuerdos ahumados, café torrefacto, cera de panal, almendras garrapiñadas, dátiles, higos secos. Una paleta casi indescriptible e hipnótica, sin par en ningún otro vino que hayamos probado.

En boca es un vino al límite en todo, son 79 años en una bota sin haber sido refrescado. Brutal concentración sápida, acidez tremenda, final salino y amargo, complicado de beber por esa potencia que hace que se agarre y no suelta el paladar hasta varios minutos después. Una experiencia solo para los más valientes, absolutamente salvaje. Persistencia eterna.

La añada que conmemora el primer centenario de González Byass es una muestra de que con tantos años en crianza estos vinos necesitan refresco para ser razonables, de lo contrario se convierten en bombas de concentración como ésta, que sinceramente arrasan con todo lo que tiene por delante. Al igual que con las soleras centenarias 3 Cortados o Parte Arroyo 1ª, la cata de este vino resulta de por sí toda una experiencia. No sé cómo puntuar este vino, así que no lo hago.

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