En la cima delos PX jerezanos

Negro azabache, capa impenetrable, lágrima densa.

Nariz de media intensidad y una enorme complejidad. Notas de frutas pasificadas, higos y dátiles, recuerdos de especias orientales, hierbas aromáticas, canela, caja de puros, café en grano, finas maderas, incienso, ralladura de coco. Una auténtica pasada, un torrente de complejidad y múltiples matices que el tiempo en botella han otorgado.

En boca en vino tridimensional, redondo, de un paso sublime por su carácter esférico, denso y concentrado pero sumamente equilibrado. Quizá le falte (para llegar al 10) un punto mínimo de acidez pero lo compensa con un azúcar perfectamente integrado pese a su elevado grado, con una persistencia infinita y un posgusto de frutas pasas y frutos secos amargos.

Botella de los años 60 de un vino que ya era muy viejo cuando se embotelló y al que el tiempo en el cristal le ha ayudado a redondearse e integrar si cabe mejor el azúcar, convirtiéndose en quizá el mejor PX jerezano que hemos probado hasta el momento, un vino cerca de la perfección y que no sabemos si volveremos a catar algún día. Enorme.

Recomendado por 1 usuario

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar