Un vino con elaboración antigua y no previsto para durar tantos años, pero que en verano y con sus pocos grados y su vejez se convierte en un agradable vino para copear antes de una cena.
Se mantiene vivo aunque con las exigencias del paso de los años sobre todo en la apariencia (color) y en la intensidad de sus aromas y sabores. Pero ahí está.

Un vino no creado para durar tantos años, pero que pasados estos años llega aún en una situación aceptable y muy agradable para noches de verano en que los vinos viejetes, evolucionados, sin muchos grados y perdida esa fuerza de la juventud, se hacen agradables de tomar casi como aperitivo mientras se encomienda la cena.

Mantiene en aprobadas todas las características correctas de un vino sin pretensiones en origen.

Color picota, menisco atejado, capa media, resto de sedimentos, lágrima básica.
En nariz aromas de intensidad aceptable de frutos rojos madurados, especiados, algo de madera vieja.
En boca tiene cuerpo medio, mantiene presencia de fruta con aceptable intensidad, es suave, cierta acidez y taninos agradables; persistencia media.

Probadas cosechas anteriores, andaban ya decayentes, pero esta cosecha (o esta botella) mantiene el tipo. Un vino de cooperativa que no esperaba vivir tanto.