Un elegante vino de jerez que recupera la tradición de los jereces que los

Un elegante vino de jerez que recupera la tradición de los jereces que los británicos llevaban a las Indias orientales, y que a causa de las inclemencias del largo viaje se convertían en... bueno, en ésto.
Calor caoba abierto, brillante, sensación visual de peso. Aromas a higos, pasas, membrillo, almendra, licor. En boca tiene un recorrido seductor que oculta sus 20°, llena el paladar en un gesto elegante que también disfraza su densidad, y su volumen se vuelve casi etéreo. A mí no ha parecido que entre seco, pero sí que tiene un balance inolvidable entre un oloroso y un fino, entre salinidad y fruta. Habrá quienes digan que el final se endurece pero yo siento su punto de amargor como el contrapeso perfecto a la opulencia precedente. Estupendo.

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