Restaurante El Bulli (CERRADO) en Roses
Restaurante El Bulli (CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
200,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Comidas (sólo se puede ir a cenar). Cerrado entre octubre y abril aproximadamente.
Nota de cata PRECIO MEDIO:
324 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
9.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
9.2
Comida COMIDA
9.7
Precio medio entorno ENTORNO
9.0
RCP CALIDAD-PRECIO
8.9
Balón de gorgonzola
fantástico blinis con St. Felicien y trufa
Caviar evidentemente falso
Factura restaurante El Bulli
Caja (postres)
Uno de los platos.
Vinos consumidos en la cena.
Canapé de jamón y jengibre
Cacahuetes miméticos, galleta de tomate y americáno
Gambas en dos cocciones
Canapé de pernil i gingebre
Xocolates finals
xai amb xerès
Helado de coco con curry
Hoja de ostra con rocío de vinagre
Opiniones de El Bulli (CERRADO)
OPINIONES
39

Un día en El Bulli.

A las 20:30 comenzó nuestro particular baile en Cala Montjoi. De la mano, dejamos a un lado el cartel de El Bulli y subimos el prosopon de entrada al templo. Al ritmo del latido de nuestro corazón, impaciente, traspasamos el umbral de la puerta hasta la posición donde recibía el cerebro de la sala, Lluís García. Pronto nos reconoció porque en El Bulli todos los detalles son tenidos en cuenta, y saber quién es quién, también. Sin apenas darnos tiempo a situarnos, a respirar el aire del templo y a observar poco más que los lomos de los libros de cocina de El Bulli que se encontraban amontonados junto a una pared, y mirar por una cristalera enorme a través de la cual se accedía al jardín donde se encontraban algunas mesas ya en pleno ritual y de fondo, el mar; fue que accedimos a la cocina… El corazón del templo. Sin más. De repente. Allí estábamos un año y siete meses después de nuestra primera solicitud. Solos frente a la cabeza de toro de madera que rompía con delicadeza las líneas rectas minilamistas que inundaban de amplitud y profundidad aquél lugar, sobre la plana mesada de salida de las elaboraciones; observando la secuencia de movimientos, sin pausa pero pacientes, que dibujaban en el espacio las decenas de delantales blancos relucientes yendo y viniendo, sin pausas pero pacientes, en una suerte de danza al compás de una idea, de un alumbramiento, de una creación sin límites. Al compás de la sinfonía de Ferrán Adría. Nerviosos y sin cansarnos de observar las piruetas de los stagers, apareció el Maestro, como de la nada, de improviso, casi desde atrás nuestro, desde ese ángulo muerto que tienen nuestros ojos, y nos dijo, con la mano extendida hacia nosotros: “Bienvenidos a El Bulli”. “¡Hostia!, ¡Ferran!… ufff, gracias… que orgullo es para mi estar aquí dentro”, “¡No!... por favor, esta es vuestra casa. Espero que disfrutéis del menú”.

Cuando lo vi por primera vez en televisión me dio la misma sensación que cuando estreché su mano mirándolo a los ojos. Tiene cara de inventor, de científico chiflado de cine, de esos que en las películas buscan y rebuscan fórmulas mágicas para detener el envejecimiento o cambiar de espacio tiempo o teletransportar a otras dimensiones… La diferencia con estos es que él, Ferrán, lo consigue una y otra vez en su templo. Elaboración tras elaboración. Minuto a minuto. Como todo lo que allí sucede, sin pausa pero pacientemente… un adaggio majestuoso e infinito. 4 horas y media de intensas emociones, algunas lágrimas mal escondidas, explosiones organolépticas, sacudidas mentales, humor, sonrisas, magia, un pino en la boca, un jabón comestible, las flores del mundo en tu paladar, esferificaciones, liofilizaciones, nitrogenizaciones, ¿qué ha pasado durante el tiempo que he tenido los ojos cerrados y una almendra mimetizada en la boca?
35 elaboraciones sin igual. Ni parecidas. Revolucionarias. Creaciones de mago, de genio, de loco. 35 espacios, 35 formas, 35 universos. 35 millones de sensaciones que retan incesantemente los límites de los sentidos humanos. Universos dentro de universos: elaboración pluriversal tras elaboración pluriversal. Hasta contar 35. ¿Se puede contar hasta 35? No. La imaginación vuela con la primera, y se pierde hasta los confines del recuerdo… hasta mi lejano pueblito entrerriano viajó con la “leche de soja con soja” en 19 modos, y mucho más lejos aún cuando mordí un “cacahuete” y resultó ser “mimético”. Vaya con los Miméticos diría Cortazar. El cacahuete mimetizado seguro que salía con alguno de sus Cronopios en algún momento, porque hasta allí llegó mi imaginación. Cronopio con cronopio y “cacahuetes mimetizados”. Claro que en cuanto te vas al quinto pino, es normal que de repente tengas uno en la boca. Y zás!, las “coníferas” de la costa brava decidieron que era mejor expresarse como sabor dentro de una boca que como tradicionalmente lo venían haciendo siglo a siglo, en cualquier peñasegat de la zona… tanto así que parecía que se reía el pino que veía a través de la ventana cuando me lo comía bocado a bocado. Por no hablar de la “esponja de coco” que me llevó hasta el cielo del Caribe, como si estuviera en una nube de coco y mirara el mar, y pescara una “gamba en dos cocciones” y me comiera las patitas crujientes y la cola cruda y entonces se enfadara Poseidón y me preparara un ungüento a base de “perifollo” para sedarme hasta el final de la noche y lo consiguiera. Y me llenaran la boca de “shabu-shabu de piñones” hasta que se inundara de crema y recordara la fresquísima “rosa helada” y los “néctares de flor” y consiguiera entonces reponerme con un buen “bocadillo de calabaza y almendra”… y nunca volviera a ser el mismo.

No se puede contar hasta 35 así. Y menos cuando de la mano de cada elaboración uno baila con un Gran Rossé de Gosset y un Puligny-Montrachet Les Folatieres 2001 de Henri Boillot, topándose por el camino con un Amontillado VORS Tradición acompañado de las hermanas miméticas del cacahuete, “las almendras miméticas”. En ese momento ya estábamos en la mesa además de mi amada y yo, Cortázar, algún Cronopio, el pino de la cala montjoi, los cacahuetes, mi abuela Tota y unas “ortiguillas al té” con caviar que casi nos hacen llorar, pero sin casi, y sin descanso… “¿desean oler una rosa de ecuador?, con ella preparamos la siguiente elaboración: rosas/alcachofas”. “Ten amada mía, huele el perfume de esta rosa y devórala”. En el templo de la magia, las flores se comen, hay “hojas que son ostras” y los “estanques helados, son menta”. Todo es verdad en El Bulli. Los “cocos” son enormes, blancos, esféricos, nitrogenizados y se comen con curry y de las “raíces” salen maracuyás y “moluscos” dulces, y “hojaldres de piña”. Mundodulce se vuelve pletórico con Riesling Westhofener Morstein Auslese de Wittmann VDP y Rasim Vimadur de olivera Cooperativa.

En El Bulli todo es lo que parece: magia. Y cada elaboración es un mundo y cada mundo un universo y cada universo un recuerdo que en forma de sonrisa se incrustará en nuestro rostro y mente hasta el fin de nuestros días.

se sirvió por orden lo siguiente (recomiendo que se absténgan de leerlo aquellos que ya tengan reserva):

calas mojito y caipirinha
Cristal de parmigiano
Coníferas (un pino en la boca, impresionante el aroma del pino que se te queda)
Aceitunas verdes sféricas
cacahuetes miméticos (huelgan más comentarios acerca de esta maravilla)
Galleta de sésamo (muy bueno el sabor a sésamo)
Chips de Vainilla
Cereza umeboshi
Esponja de coco (nos encantó)
Flor en néctar (qué delicia... tienes a todas las violetas del mundo en la boca)
Rosa helada (fresquísima)
bizcocho de sésamo negro y miso (confieso que me encanta el sésamo)
Hoja de ostra con rocío de vinagre (a mi esposa le encantó)
Canapé de conejo con sus menudillos (por decir algo, creo que lu hubiera puesto más adelante esta tapa...)
Trufa sorpresa (deliciosas trufas con esferificación dentro)
Te de perifollo (magnífico)
Gambas dos cocciones (la mejor gamba que he probado jamás)
Almendras miméticas (impresionante elaboración. Magnífica)
Leche de soja con soja
Champiñón Cru con avellana (el más flojo. Sólo estaba bueno)
Rosas/alcachofas (una rosa blanca de verdad. Muy bueno)
Bocadillo de calabaza y almendra (la cara que se te queda cuando te sirven esta pulga es para fotografiar)
Ortiguilla al té (genial con el caviar)
Shabu-shabu de piñones (delicia)
Nueces tiernas (interesante la textura sobre todo)
espardeñas gelee (que buenas)
abalone
Ravioli de parmesano (muy rico)
Rabo de cochinillo
Estanque (magnífico paso a mundodulce...)
Cereza con Kirch
Coco (maravilloso coco nitrigenizado)
Hojaldre de piña (excelente con el riesling dulce)
Raíces
Moluscos (jejej)
y la caja de chocolates.

Sobre el precio decir que el menú cuesta 230.
Con un Grand Rosse botella pequeña, más un Puligny-montrachet les folatieres de henri Boillot 2001, un par de copas de Amontillado Tradición y un par de copas más de Torroja de Terroir la límit 2006 (que por cierto te rellenan incesantemente y no te cobran luego) y para los postres copas (una vez más múltiples no cobradas) de Rieling y Rasim Vimadur... la cosa se pone por exactamente 738 euros para dos personas.

Creo que Fantástico precio. Sinceramente lo digo, al alcance de cualquier persona perteneciente a la clase media, incluso a la media-baja (eso sí, con empleo y sueldo). Es cuestión de priorizaciones. Además hay que tener en cuenta que son 60 personas para dar de comer a 50. Más las materias primas y los millones de horas invertidas magistralmente por todo el equipo.

Si quisieran podrían cobrar 5 veces más y se llenaría igual. Eso sí, por ricos nada más. Chapeau pues a Ferrán Adriá y su decisión de abrir al público de todos los bolsillos y sólo mediante sorteo. Así conseguimos nosotros la reserva. Con mail, sin enchufes ni nada de lo que se ha dicho más abajo.

Añadir además las gracias a todos los foreros que nos recomendaron vinos en el hilo que abrí al respecto. Decir sobre esto que envié a los sommeliers una lista con todas esas recomendaciones recogidas preguntándoles por cuáles de todos esos preseleccionados encajaría mejor con el menú: y se pusieron prontamente en contacto conmigo, recomendándome cosas. Al llegar allá nos atendieron rápidamente con mis mails en la mano. Un sarviio y un trato sobresaliente.

Un millón de gracias a Ferrán, Juli, Lluís, los Somellieres con sus fantásticas recomendaciones y al resto del equipo (en sala y cocina) por una inolvidable noche. Mil gracias por todo el esfuerzo, cariño y amor puesto en cada momento, y las miles de horas de trabajo y conocimientos puestos al servicio de la todos los humanos en igualdad de oportunidades, democráticamente a disposición de todo aquél que ame la gastronomía, la creatividad y el arte.

¡Viva el Bulli y viva la Democracia!

Que El Bulli sea el mejor restaurante del mundo no lo voy a discutir ni apoyar aquí, sobre todo porque me faltan conocimientos, pero es que además, no creo que haya un único restaurante al que se le pueda dar el primer puesto de un ranking tan heterogéneo. He comido platos concretos más redondos en Martin Berasategui, Mugaritz o en El Poblet, pero lo que está claro es que la experiencia en El Bulli es inolvidable.

Hay que tener en cuenta que, si es la primera vez como fue mi caso, llegas allí sugestionado ante el aura que envuelve al Bulli. Tras una carretera muy sinuosa (recomendación 1: NO coger el coche; ir en taxi desde Roses, sobre todo por la vuelta de noche y con alguna copa de más) llegas a una cala idílica del Parque Natural del Cap de Creus. En cuanto entras por la puerta, te introducen en la cocina y te presentan al "artista". El saludo es afable aunque al hombre se le vea algo atribulado, creo que preocupado por la responsabilidad a la que se enfrenta diariamente.

Luego pasas al salón y empieza una representación de 35 pases (algunos de 1 bocado sólo). Los platos de Adriá me sorprendieron por planos (sin volumen), incluso alguno como la cigala con sésamo blanco, por desagradable a la vista, como si la cabeza del crustáceo estuviera llena de larvas. Pero está claro de que Adriá lo tiene calculado, está de vuelta de todo y prefiere la provocación y la ironía a la repetición de fórmulas.

Hay que reconocerle un mérito sinigual a este cocinero, que corre mucho riesgo, ya que se supone que en cada plato tiene que sorprender y, claro, no siempre lo consigue. Con 35 platos es más fácil fallar en alguno que en 12. Parece que esté prisionero de su propia fama de innovador y se vea obligado a rizar el rizo con un menú tan extenso. Pero que quede claro: ENHORABUENA por arriesgar a estas alturas.

Es una pena que no tengan un maridaje preparado. No me parece excusa suficiente "que maridar con 35 platos es imposible". Ya lo sé, pero se puede maridar por grupos; no sé 4 ó 5 copas, incluso, como he visto en Londres, en Maze, que te sirvan 3 copas al inicio y vayas tomando una u otra según el plato. En fin, tienen una carta impresionante, pero parece que se centran en la comida preparada por Adriá.

El servicio es muy correcto, nada estirado, pero sin familiaridades excesivas. Tras la cena, pasamos a la terraza (recomendación 2) para tomarnos la "Caja", repleta de chocolates preparados en mil formas distintas, el café, la copa y al aire vivificador del mediterráneo. Nos regalaron el libro "Un día en El Bulli".

Salimos a 330 euros por persona. ¿Es una cantidad exagerada? Quizá sí para España, no para Londres, París, Tokyo o NYC.

En fin, una experiencia inolvidable. Intentaré volver pronto, si el bolsillo lo permite...

¿Que cómo conseguí reservar? Mi secreto es éste: la constancia. La primera vez que lo intenté fue hace 6 años.

Ah, recomendación 3: Hotel La Terraza en Roses. Un hotel familiar remozado con estilo en una ubicación perfecta.

  • Helado de coco con curry

    Helado de coco con curry

  • Hoja de ostra con rocío de vinagre

    Hoja de ostra con rocío de vinagre

Gran restaurante, la comida exquisita, son obras de arte, genialidades.
Solo un pero, demasiado elitista, un restaurante, tiene que intentar servir a todos los clientes que desean provar su arte, y el Bulli, solo lo hace para unos pocos, hay que tener enchufe.
Sinceramente yo me quedo con Santi Santamaria, en todo momento sabes lo que comes, y sabes ques es lo mejor que hay en el mercado.
Tambien encuentro que es excesivamente caro.

No había escrito antes sobre El Bulli por que tengo la sensación de que todo está dicho. El despliegue mediático que arropa a este restaurante, crea una imagen explicativa, incluso a los que no pueden acceder a una reserva. Comprendo el comentario anterior. Yo, pese a haber estado, me siento igual de quemado el año que no puedo conseguir reserva.
Otra cosa bien diferente es su cocina. Hoy por hoy, no hay nada parecido en el mundo, ya no digo peor o mejor, nada que tenga una mínima referencia con el afán de investigación del equipo de El Bulli, y sobre todo, la intensidad y claridad de sabores que muestran en cada una de las 30 tapas que conforman la cena. Aqui no hay nada mediático, todo es realidad y donde más se identifica, en el paladar.
Ciertamente, el sistema de reservas, o de horarios, o de organización, provoca disgustos a los que sostienen cualquier negocio, los clientes, pero creo que esto lo tienen claro, otra cosa es que no encuentren solución.

Parece q ya esta todo dicho sobre este restaurante ,pero hay q ir para verlo es increible ,no se parece a nada q hayas probado antes es otra cosa ,desde q te traen la primera locura hasta la ultima ,no dejas de alucinar .un festival de sabores y texturas q no dejan a nadie indiferente ,todo buenisimo,y acabas lleno con los 33 platos forman el menu,todos los platos sorprenden pero si tuviera q elegir 5 me qedaria con la navaja laurencia,canape de caza,esparragos con misoñoquis de polenta y las espardeñas de postre el mel i mato tremendo.el servicio a la altura nada ms llegar entramos en la cocina y alli estaba ferran q se porto genial,arriba el barrio.el final 840euros 3personas hartas de beber y comer,el unico pero es q habra q esperar para volver a reservar e ir....otra vez.

Experiencia extrasensorial en este ya mitico restorant.
Esta en otra dimension, no es una comida al uso. Son sabores, texturas, sensaciones.... Excepcional.
Como unos "simples" esparragos pueden convertirse en algo maravilloso.
Practicamente se come con las manos, con los sentidos...
El servicio excepcional, no tiene que ver a nada que exista. Practicamente 1-2 camareros por mesa.
Resumiendo : Una gozada.

Más de lo mismo. Así que no redundaré. La mejor experiencia gastronómica de mi vida. Y distinta. ¿O debería referirme a la mejor experiencia relacionada con la gastronomía? Porque hay más cosas aparte de la cena. Coincido en que el servicio también es de tres estrellas. Y la ubicación. Sales muy bien cenado. Claro que hay cosas que gustan más y otras menos pero a destacar las aceitunas verdes sféricas, la oreja de conejo frita, el yogur de ostras, las espardenyes y el jugo de liebre. Y, cómo no, el estratosférico paisaje de otoño.
Y en general, 10 sobre 10.

Restaurante convertido ya en un mito, sobre todo después de ganar el titulo de mejor restaurante del mundo en varias ocasiones y por la dificultad de conseguir una reserva.
Menú degustación obligado (215€) formado por 29 platos y unas 35 elaboraciones, en que se alternaban platos clásicos de otros años, con algunos de nueva factura. Platos que pocas veces exceden del templado, con una casi ausencia de carnes y con incursiones en la cocina oriental, concretamente en la japonesa, de la que Ferran Adria es admiradora.
Sabores ineditos y muy marcados y que puede llegar a resultar muy dificiles por la pureza y por las texturas a los que no estamos acostumbrados.
Destacaría mas de 10 platos de sobresaliente, de los que se quedan en la memoria gustativa (Aceitunas esfericas, bizcocho de sesamo, brioche frito Sanghai, judion con panceta joselito, sopa de tomate con jamon virtual, esparragos en diferentes cocciones, ñoquis de polenta con café, paisaje de otoño...) y con unos petit fours fuera de lo común.
Carta/tomo de vinos espectacular, con precios comedidos (2X sobre tienda), y con un sumiller que estuvo hace poco en Valencia, concretamente en Sargantana, dando una demostracion de su valía.

Llama también la atencion las características del comedor: rustico, acogedor y familiar, contrastando con la comida y en que te hacen sentir como en casa, sin tensiones ni agobios de ningún tipo, y con un serivio impresionante, de 10, que funciona como un reloj Suizo.
Otra cosa que se agradace es llegar al final del menú, sin ninguna sensacion de pesadez y podiendo disfrutar de todos los platos, sin problema, por lo que no recomiendo hacer ayunas antes de ir.
Como aspecto negativo, la subida de 30€ con respecto al menú del año pasado, quizás injustificada, no sé si para frenar un poco los cientos de miles de peticiones de reservas que se producen anualmente.
Al Bulli hay que saber a lo que se va, a un restaurante fuera de lo común, en la que vas a probar sabores y texturas diferentes, en la que prácticamente ni masticas y en la que se pueden permitir licencias como poner de snacks unas orejas de conejo fritas o como plato de carne una gelatina caliente de manzana con un caldo de perdiz.
No sé si es el mejor restaurante del mundo, pero si que es una experiencia que hay que vivir por lo menos una vez en la vida.

Conseguimos una reserva después de varios años intentándolo. Primero la tradicional visita a la cocina del Bulli, más grande que el comedor, donde nos saluda un Ferrán de pocas palabras que parece tener mil cosas en la cabeza. Hay que saber a lo que se va al Bulli: sorpresa, espectáculo y vanguardia, es otro mundo. Al final de la velada hubieron diversas opiniones entre nosotros: unos comentaban que no habían "comido" nada y otros que era la mejor cena de su vida.
Primero los snacks, de los que destacaría las famosas "Aceitunas Verdes Sféricas-I", seguimos con unos entrantes "Papel de flores" o "Nata-Lyo" fueron algunos de los mejores. Luego los platos, algunos brillantes como la "Sopa de Tomate con Jamón Virtual" y otros más “especiales” como el "Jugo De Liebre Con Gelé-Cru Manzana Al Casis", donde no acabo de concebir acabar un menú degustación con un plato de carne donde no había carne, un plato que en otro restaurante podría parecer una tomadura de pelo. Después llegaron los postres, me quedo con el espectacular "Paisaje de otoño”. Acabamos con los petits acompañando los cafés. Un total de 32 platos y casi 5 horas de cena acompañados de Gran Claustro 2004, Enate 234 2006, Geol 2004 y Malvasia de Sitges. Una carta de vinos con extensísima selección de caldos con ninguna referencia por debajo de los 20€.
El servicio en el Bulli es simplemente perfecto con un ritmo adecuado entre plato y plato. Además atendie

Cerrada reserva plebeya desde Diciembre de 2006. Menu estratosférico, con unas 30 creaciones. Absoluto servicio al cliente (incluyendo eliminar alimentos alérgicos para mi mujer). No vale la pena explicar los 30 platos porque dan vueltas por la web cada año, con fotos y todo.
Dos cosas: 1.-Servicio cercanísimo al cliente, nada que ver con los estrellados europeos. Sensacional. 2.-Donde pueden Uds encontrar la mejor cocina del mundo, el mejor servicio, y la mejor atención al vino todo en el mismo sitio? Solo en El Bulli.
RCP->590 € (dos personas), pero con un chablis, media de grandes añadas Artadi Rioja, una manzanilla pasada Pastrana, un fino, un oloroso y un Matusalem acompañando el es´pectáculo...Bien pagadas. Es el mejor restaurante del mundo

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