Restaurante El Club Allard en Madrid
Restaurante El Club Allard
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
97,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
134 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.7
Comida COMIDA
9.1
Precio medio entorno ENTORNO
8.8
RCP CALIDAD-PRECIO
8.0
Crema de apio-nabo con sardina ahumada
Lomo de salmonete en caldo corto de azafrán
"Txangurro" de cáscara blanda
Raviolis de Alubias de Tolosa e infusión de berza
TOrrija de tomate y sardina en aceite
el huevo...un clásico
la pecera...que postre¡¡¡
el local
Opiniones de El Club Allard
OPINIONES
16

La cocina de Diego nos impresionó muchísimo, y nos ofreció todo lo que buscábamos sin duda. Esa capacidad para jugar con la creatividad en el plato, ese uso impecable de la técnica... en definitiva, ese "PLUS" que personalmente buscamos en un restaurante de este nivel. Tal y como hablabamos después con Diego, cuando uno va a un restaurante de nivel ya parte de la base de una excelente materia prima, y de un empleo de las técnicas de cocina impecables, pero intentar ofrecer al cliente un "plus", algo diferente a los demás como es el caso de los platos que tomamos en El Club Allard, es lo que personalmente busco, y la cocina de Diego personalmente ha sido para mi inolvidable.

Creo que no exagero si digo que nos encontramos ante EL RESTAURANTE MÁS CREATIVO DE MADRID, y seguramente uno de los mayores del mundo. Todo en él es sorpresa, creatividad, originalidad a borbotones. (como surgió el concepto de el Bulli, ¿no?). Como dijimos al principio, aparte de la base de las excelentes materias primas, y ciertas técnicas de cocina de un 2 Estrellas Michelin, aquí si que intentan ofrecer al cliente algo más, sorprenderle, dejarle todo el rato con ese pensamiento de "¿como lo habrán logrado?", y sobre todo, con un recuerdo imborrable en su memoria, pues habrá MUY, pero que MUY pocos sitios en el mundo más sorprendentes y originales que El Club Allard. Sin duda que no solo ha mantenido estos años el nivel, sino que ha ido a más, y a mejor donde ya es muy difícil hacerlo. Si algo no te dejará El Club Allard, es indiferente.

Os dejo fotos y nuestra visión personal de los platos en el blog, espero que os guste y os sirva!

http://la-cocina-creativa.blogspot.com.es/2012/05/el-club-allard-creatividad-en-estado.html

Teníamos pendiente la visita a El Club Allard qué ha tenido un año exitoso al recibir la segunda estrella Michelín y el Premio Metrópoli al restaurante del año en Madrid .
El restaurante se encuentra en el primer piso de la Casa Gallardo, un edificio situado en la esquina de la calle Ferraz con la Plaza de España. Se agradece el servicio de aparcacoches. El espacio es lujoso, aristocrático, suntuoso , de techos altos, decorado con lámparas de impresión y amplios espejos barrocos.
Simplemente,un entorno privilegiado.
En la cocina oficia el alavés Diego Guerrero, que tras unos años de recibir premios casi en el anonimato, en la actualidad ha alcanzado una notable notoriedad en el panorama gastronómico nacional.
Pues bien, encontramos una cocina muy técnica, ligera, impactante visualmente y que utiliza mucho el trampantojo. Pero sinceramente, el nivel estuvo por debajo de lo esperado. Y es que en el menú hubo luces y sombras. Algún plato estuvo a gran altura (ninguno para el recuerdo) pero hubo otros que nos decepcionaron considerablemente. En alguno prevalecía el aroma sobre el gusto y a otros les faltaba, tras su imponente presentación, personalidad y sabor.
Elegimos el menú intermedio, bautizado como “SEDUCCIÓN” qué alterna clásicos de la casa y los platos más novedosos del repertorio del chef.
Para empezar, un guiño divertido: la tarjeta de presentación en la que reza “Bienvenidos a la revolución silenciosa” es comestible, elaborada con papel de arroz.
Comenzamos los snacks con la sorprendente trufa de caza con foie y setas. Presentada dentro de un recipiente que al ser levantado desprendía un “humo” que representaba los aromas del bosque. Una mezcla de intenso sabor.
A continuación el premiado Mini Babybell de Camembert truffé, que agrada pero que no nos entusiasmó ni mucho menos.
Estupenda la original y reconfortante tapa de pez mantequilla cuya presentación es espectacular.El comensal recibe una lámpara con una vela dentro, que calienta la sopa sukiyaki que aparece cubierta de flores, brotes y un trozo de pez mantequilla.
El primer entrante, una floja empanadilla de vieira con ajo negro, cuya combinación no nos pareció nada afortunada.
A continuación, el huevo con pan y panceta sobre crema ligera de patata, un clásico de Guerrero. Suave y delicado aunque resultó el plato menos atractivo en lo visual.
Tampoco estuvo a la altura el pollo en pepitoria que presenta dentro de un papel de cocina para preservar el aroma. El pollo no compareció. El sabor poco reconocible y lo único destacable fue el citado aroma. Un plato al que no le encontramos el sentido.
Convincente el Skrei sobre una base de ibérico. Perfecto el punto, la textura y el sabor de este pescado noruego que tanto gusta a determinados chef.
Para terminar la parte salada, una simplemente correcta Picanha de Wagyu.
Uno de los puntos fuertes de Guerrero son los postres.En esta ocasión, una de cal y una de arena. Deslumbrante visualmente y muy suculenta la ya famosa “Pecera” y demasiado arriesgado y poco acertado “El Volcán”.Con el café, nos obsequiaron con las testimoniales croquetas de…chocolate.
El servicio resultó eficaz, profesional pero algo distante en mi opinión. A veces que cara sale una sonrisa…
Las mesas bien vestidas, menaje y cubertería de altura ,variada y atractiva oferta de panes.
Optamos por el maridaje de vinos.El servicio aceptable, correctos tiempos de servicio, cristalería adecuada pero algún pequeño lunar en la elección de los vinos.Destacaron el Jacquesson Cuveé 735, Baumard Clos du Papillon 2007,Hisenda Miret 2007 y el PSI de Pingus 2009.Mucho menos relevantes un vino dulce de Badajoz y un blanco de la Alsacia, cuyos nombres no recuerdo.
El precio 133 E por persona.
Diego Guerrero estuvo continuamente presente en la sala.Toma las comandas y posteriormente pregunta a los comensales por el resultado de la experiencia.
La nuestra no fue redonda. Esperábamos más.La cocina es de una belleza estética incontestable pero le falta imprimir mayor sabrosura a algunos platos. Es cierto que disfrutamos de alguna elaboración excelente pero otras combinaciones no resultaron y hubo creaciones que adolecieron del tan recurrente “alma”.
A esos precios creo que hay opciones mucho más interesantes en Madrid y alrededores. No obstante,en una sola visita no se puede valorar el nivel de un chef o la categoría de un restaurante. Esperamos que en una próxima cita, probando diferentes platos nuestras sensaciones sean otras.
Nos fuimos con la impresión de haber visto antes esta película…

Situado en la calle Ferraz, 2; se trata de un restaurante que hay que conocer enclavado en una vivienda; donde se respira una gran ambiente de tranquilidad. Introducirse en el Club Allard es como parar el tiempo, el salón del Club Allard podría estar en Madrid ó en cualquier otra ciudad europea; el reconocimiento viene cuando llegan algunos de los platos a la mesa.
Espacio muy elegante, clásico, que ha sido reformado recientemente pero manteniendo la estructura original.
Servicio cercano en función de la postura de los comensales, gran conocimiento de la sala de los ingredientes y realización de los platos.
Nos decidimos por el Menú de los Clásicos, al que se añadió algún entrante más. Menú con muchos guiños que denotan la forma de enfocar la cocina de Diego Guerrero, guiño a sus raíces vascas en los Raviolis de Alubias de Tolosa, y el pichón de Araiz, guiño a la cocina oriental en el sukiyaki, y en el rejo funghiformis con alioli de Wasabi; guiño a platos tradicionales revisados para aumentar el placer como en los huevos con pan y panceta sobre crema ligera de patata, y en la torrija de pan con tomate y sardina en aceite, y guiño a las emociones, a la travesura, a la sorpresa, al impacto visual en el Mini Babybell de Camembert Trufee, en la maceta, en la pecera, en el huevo “Poché”…
La cocina de Diego Guerrero destaca por su estética, sus ganas de sorprender y por el recuerdo a sabores tradicionales actualizados desde la finura, y la amplificación del sabor.
Comenzamos con los snacks y concretamente con una “trufa” de caza, con foie y setas, foie en una especie de polvo y la falsa trufa de caza es una especie de paté de gran sabor; combinación perfecta y visual.
Se sigue con el Mini Babybell de Camembert Trufee (Ganador del V Concurso Nacional de tapas Ciudad de Valladolid 2009); se debe comer de un bocado, explosión en boca del queso que resulta menos denso que la versión del Camembert que conozco.
Sukiyaky; consomé japonés, aspecto de cerveza negra, como si te tomaras un pequeño vaso de Guiness desde el punto de vista estético, el consomé es de algas, ternera, huevo y verdura, muy sutil, suave, ligero.
Se sigue con los entrantes;
Empanadilla de vieira y ajo negro…creo que la empanadilla era de pasta de arroz, como los rollitos vietnamitas originales que se comen crudo, vieira muy picada en el relleno de la empanadilla, y algas por encima. En boca las algas predominaban en el sabor, no noté, reconocí claramente el sabor de la vieira.
Como segundo entrante, la torrija de pan con tomate y sardina en aceite, que comienza una sucesión de tres platos donde Diego actualiza lo tradicional con un gran resultado en sabor, y en estética, sensaciones, sorpresa, recuerdos. Gran presentación con la sardina en un bote de aceite, la cual se saca del mismo con unas pinzas, y se coloca encima de la torrija, ésta resulta increíble en textura y sabor, una torrija dulce-salada (tomate-sardina) donde el tomate atempera y suaviza el poder de la sardina. Uno de los platos que más nos gusto de la noche.
A continuación los Raviolis de Alubias de Tolosa con infusión de berza, al emplatar se vierte la infusión lo que da a lugar a aromas muy reconocidos, lo cual ya provoca las primeras sensaciones, en el plato están los raviolis y unas esferificaciones de lo que sería el compango. Revisión de unas alubias de Tolosa; se nota que para la ejecución del plato es necesario cocinar las alubias para luego formar los raviolis. Presentación tremendamente original; llena de un sabor sutil.
El tercer plato de este guiño a lo tradicional es el plato “Huevos con pan y panceta sobre crema ligera de patata”; se trata de un ravioli de pan con la yema del huevo y la panceta dentro del pan sobre la crema ligera de patata. Plato de recuerdos, de almuerzos con tenedor, sensación de mojar patatas y pan en una yema de huevo.
Se continúa con un primer plato de pescado, se trata del rejo funghiformis con alioli de Wasabi, rejos (que son una especie de chipironcitos) muy pequeños, junto con una especie de alga, tubérculo…este plato no me convenció, me pareció complicado reconocer algunos sabores, lo único a destacar sería el juego de texturas, pero el sabor debe ser lo primero.
Un segundo pescado ha sido el mero al horno con ajoblanco de ajo negro, caldo de sus propias espinas y puré (infusión) de canela limón…; muy buen punto el del pescado, las lascas del mero se separaban casi solas. Buen plato aunque tengo que reconocer que cada vez los platos de pescado me gustan más con un número reducido de ingredientes y emplatado deforma que el pescado aparezca solitario para poder comerlo con la sensación de su pleno sabor.
Ultimo plato antes de los postres que consistía en un pichón de Araiz asado al momento con arroz trufado, el arroz formaba parta de la cama del plato, presentado de forma compacta, buena combinación, pichón en su punto.
Y acabamos con la cadena de postres:
- Prepostre: maceta de sacher (tarta) con jengibre; ligera, nada empalagosa.
- Postre 1. Pecera; ambición estética; yogur, chocolate blanco, frambuesa, me resulta divertido el mejillón de chocolate que está logradísimo.
- Postre 2: Huevo “poché”; gran presentación, fin de fiesta, chocolate, mango y coco, simula un huevo cocido que te cuesta romper, la cáscara es chocolate, la clara cocida coco, y la yema que se revienta, mango. Me sorprendió el coco, de forma intencionada resulta algo insípido para simular la propia clara y dar protagonismo al mango.
Acabamos con un café y unas croquetas de chocolate con una presentación muy original, ya que vienen en una minifreidora..
El sumiller nos recomendó un Chateau Villa Bel-Air (burdeos) 2004 ; precio 29,90 € que me parece bastante contenido.
Estuvimos un rato hablando con Diego que nos pareció un gran tipo, y tuvo algún guiño con nosotros (1 entrante más), invitación al vino de postre. Diego se acerca a todos los comensales para saber cómo ha sido su experiencia, gracias a la segunda estrella y a las actividades de Enero en Madrid (Fitur, Madrid Fusión) tiene el local lleno.

Cocina con muchos guiños, con belleza estética, con sorpresa, con recuerdos de sabores tradicionales; y servicio más que correcto. Como pequeño pero, creemos que hay diferencia entre unos platos y otros desde el punto de vista del resultado (platos de 10, con platos de 7), y en alguno de ellos nos cuesta reconocer el sabor predominante; pero hay otros que nos han provocado muy buenos recuerdos y sensaciones.

  • Raviolis de Alubias de Tolosa e infusión de berza

    Raviolis de Alubias de Tolosa e infusión de berza

  • TOrrija de tomate y sardina en aceite

    TOrrija de tomate y sardina en aceite

Ambiente elegante y relajado.
Servicio de sala de alto nivel (sencillo y agradable)
Delicadísima cocina de raíz vasca con mirada a la aldea global (Metrópoli 2009).
Aúna los sabores tradicionales con el trampantojo, la sorpresa, la creatividad. Y lo hace muy bien, porque el resultado es sencillo, natural, divertido, entendible y valorado por la mayoría. El éxito de la humildad del dotado.
Diego Guerrero toma la comanda, pregunta preferencias, gustos, alergias y al final de la comida, comprueba el agrado de los comensales. Resulta sincero, agradable y sencillo.
Tomamos el menú temporada (74 € + Iva) con mezcla de platos clásicos y nuevas creaciones.
Aperitivo: - Panes de sardinas y gambas (Muy buenas pero un exceso de sabor para el inicio)
Snacks:
- Minibabybell de camembert trufado. Muy bien aunque esperaba más.
- Sukiyaki (caldo japonés con espuma de huevo). Muy bueno
TRADICIÓN
Entradas:
- Torrija pan tumaca y sardina en aceite. Riquísimo y delicado, gran combinación.
- Raviolis de alubias de Tolosa con esferificaciones de cocido sobre infusión de berza. Magistral.
- Huevo con pan y panceta sobre crema ligera de patatas. Sincero y directo, sabor y sabor… pero qué finura.
TEXTURAS Y AROMAS
Pescados:
- Sepia y fungiformes. Texturas, curioso.
- Rodaballo salvaje al perfume de albahaca, cebolleta tierna y pétalos. Aromático, intenso.
Carne:
- Lomo alto de cebón a la “brasa” (aceite negro) con chile (zanahoria) y chip de yuca tintada. Juego cromático y otra vez, aromas. Bien
SORPRESA
Prepostre:
- La maceta (Flan ligero de jengibre y tierra de tarta sacher). Impecable
Postres:
- La pecera (Mouse de yogurt, masa de churro tintada, corales de chocolate con polvo de frambuesa, espuma de blue curaçao ….). Una obra de arte para la vista y para el paladar.
- La vela (Mazapán bañado en fresa, helado de módena con vino dulce de misa. Gran puesta en escena. Bien
Petit tours:
- La Playa.
Cada creación de Diego Guerrero (y ya van unas cuantas) es objeto de admiración, de deseo, se convierte en referencia, en mito culinario dentro de lo que debe ser la cocina de autor sencillo, con base y futuro, ajeno a la peligrosa vorágine de las modas.
Gran carta de vinos con precios muy ajustados.
Como vino tomamos: Galena 2005/2006? Excelente Priorato que se adecuó y mantuvo el tipo/armonizó en todo el menú.
2 Vinos de postre increíbles y diferentes: Garnatxa del’Empordá y Pricum Aldebarán (curioso vendimia tardía de verdejo). 6 € cada uno.
Por aportar alguna crítica negativa personal:
- Elección obligatoria de menú (no para mí, pero empieza a generalizarse la crítica de no poder elegir, aunque los platos de los menús pueden personalizarse)
- Alguna reiteración de elementos: huevo, velo panceta, aroma a brasas, simulación de paisajes.
Excelentes sensaciones, mucho placer y admiración por el buen trabajo de todo el equipo.

Fueron múltiples las recomendaciones previas a venir a este restaurante. Entre foreros, amigos y restauradores. Solo faltaba la excusa perfecta para ir y por fin llegó.

El restaurante está situado en un palacio en la Plaza de España esquina con la calle Ferraz. Aun siendo previamente un club social privado han renovado la decoración y tiene un aire modernista. En cualquier caso tiene una entrada grandiosa. Conseguimos mesa sin demasiados problemas y nos pusieron en un semi reservado donde solo había otra mesa de 2.

El montaje de mesa, así como las copas y cuberterias eran muy correctas. La vestimenta de los camareros era muy moderna cosa que no tengo claro si encaja con la imagen del local. Eran uniformes muy "barcelona". El peor detalle de la velada fue que no había un sommelier vestido e identificado como tal ( supongo que si tienen ).

Pedimos el menú clásico pero luego tuneé el mío a al largo ( venía con hambre ). Este comprendía:

- Chupito de Coronita: Con jengibre y jazmín. Bien en vista neutro en boca. Suspenso.
- Mini Babybel de Camembert: Precioso de hecho pensé al verlo de lejos que era una esferificación. Muy Bueno.
- Carpaccio de Wagyu con Hojas Verdes: El wagyu normal pero las hojas espectaculares, un festival a la naturaleza. Muy Bueno.
- Tartar de Carabinero con "Merguez": El merguez resultó ser cous-cous, infusionado con menta, limón y un toque de picante. El carabinero esa meloso. Excelente.
- Huevo con Panceta y Pan: Al final era una especie de benedict encerrado en una pulguita de pan, no me pareció tan innovador como me habían explicado. Bueno.
- Lubina: No tengo mucho recuerdo. El punto estaba clavado pero no era muy emocionante. Aprobado.
- Kebab de Cordero: El nombre me tiró para atrás pero el plato era interesante, cambiandole el nombre repetiría. Llamadme raro pero no quiero oir hablar de kebabs en un sitio así. Muy bueno.
- El extra, Lomo alto de cebón al "carbón": Uno pensará que estaba hecho en una parrilla de carbón, y no....Todo el plato era negro, la carne, la guarnición, unos chips negros de algo que parecía yuca teñida de negro. Hablando claro, un FLIPE, la carne increíble. Excelente.

El Dulce:
- La Pecera: Alucinante pecera de cristal con una espuma de mascarpone, algo que imitaba a coral y algas, chocolate blanco, y no se cuantas cosas más. Era como comerte la navidad. Excelente.
- Chocolate con Churros: Pero sin ser pesado, con una calidad de chocolate impresionante. Broche de oro a la cena. Excelente.
- Petit Fours. Buenos.

El Vino:
Tomamos un Ultreia de Valtuille 2007. Excelente, decantado.

El Servicio:
En general bueno. Nos faltó vino en algún momento pero es que bebo muy rápido. Creo que le hacía falta 1 camarero más en la sala para ir más relajados. El cocinero tomaba las comandas pero ¿quien era el maitre, era él? ¿Donde estaba el sommelier, era el que decantó el vino? A lo mejor era uno de los camareros pero ¿como me entero yo? Son detalles pequeños a corregir. También es cierto que el restaurante estaba a reventar incluyendo salones privados.

Valoración Global:
Muy Bueno. Como todos algo pueden mejorar, creo que le falta solo 1 puntito en la cocina a algún plato, y en la sala hacerla un poco más formal. Creo que tiene posibilidades de convertirse un grande. Y en Madrid no había visto algo así hasta ahora. Volveré y recomendaré.

Me ha resultado muy extraño que no hubiera ninguna crítica previa aquí sobre este restaurante. Creo que es uno de los mejores de la capital. Lo primero que llama la atención de este sitio es la decoración, muy burguesa, recuerdo de su antiguo cometido como club privado en "La Casa Gallardo", en pleno centro de Madrid, Plaza de España esquina Ferraz. La atención, sin embargo, es muy cercana y no llegas a sentirte fuera de lugar aunque no compartas esa estética. La música que nos acompañó recorrió desde repertorios clásicos a Annie Lennox. La cocina está en manos de Diego Guerrero, que se acerca él mismo a tomarte nota y también al final para preguntar que tal la cena. Pedimos el menú clásico con dos snacks, tres entrantes, una carne, un pescado, un pre-postre y dos postres, más el café y los petit fours. El primer aperitivo era un té de jazmín con espuma de coco que emulaba una cerveza coronita. Después un pequeño quesito babybel de camembert. Los entrantes eran de premio...platos que han recibido algún galardón...como el famoso huevo con pan y panceta sobre crema ligera de patata...buenísimo....el bombón de bacalao y pil-pil en lecho esponjoso de brandada y churros de pan de ajo (más discreto)...y la ternera en terrina con natillas ligeras de foie, que le encantó -sobre todo- a mi acompañante. El pescado era una merluza con un caldito a base de un nabo japonés que no recuerdo el nombre. La merluza estaba jugosa y se dejaba mezclar muy bien con el fondo. El último plato es la carrillada de ternera glaseada al jugo de Módena, yuca y membrillo de plátano al romero. Un plato tal vez sin muchas complicaciones técnicas, pero bien ejecutado. La carne se deshace en el paladar. A modo de sorbete para cambiar de sabores, nos pusieron una especie de granizado de whisky y luego los postres, que para mi fueron lo mejor de la velada...la espectacular "pecera" con una especie de coral de chocolate blanco, una cáscara de mejillón también de chocolate, crujientes, espuma de blue curaçao y crema de yogurt al fondo. Después el chupito de chocolate con churros también genial. Al principio, con las cervezas, probamos un aceite extremeño (de Miajadas) que estaba riquísimo, con una pizca de sal. Para acompañar las viandas pedimos un cava....el Privat Opus Evolution, Brut Nature Gran Reserva, hecho con uva Chardonnay, ligero y delicioso...en copas Italesse. Agua sin gas noruega Voss en vasos Schott y servicio atento para que nunca estuvieran vacios. Los petit fours incluían unas nubes, unas gominola de blue curaçao, un financier de Té verde con algas y sésamo y unos geniales mikados de kikos. Yo además me animé a probar una infusión y fue un acierto, el rooibos sudafricano, con trocitos de coco y chocolate...el resultado es dulce y suave. La cena resultó un éxito, salimos encantados y con ganas de repetir y probar algo de lo que esté haciendo ahora el chef, tal vez platos con un poco más de riesgo, ya que de momento hemos probado sus "Greatest Hits". Merecida estrella Michelín.

  • el huevo...un clásico

    el huevo...un clásico

  • la pecera...que postre¡¡¡

    la pecera...que postre¡¡¡

  • el local

    el local

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