El sabor de lo clásico siempre perdura y quizá por eso sigue siendo uno de los grandes para muchos zaragozanos.

Nos ubicaron en uno de los salones al que accedimos por la escalinata principal. Todo perfectamente dispuesto. Mesa presidencial vestida con gusto y en consonancia con el estilo para un grupo numeroso, el cual nunca notó grietas en el servicio. Camareros veteranos, serios y serviciales, también en consonancia con el estilo.

Platos tradicionales de gran sabor con presentación demodé ¿en consonancia con el estilo?. Previo al menú y antes de acomodarnos, unos montaditos de jamón de Teruel y una croquetas junto a bebidas varias.

De primero sacaron textura de bacalao con berenjena asada y pilpil de almendras. Intenso, sápido. Se tratada de una especie de ajopan (de repente ese sabor olvidado) mezclado con el bacalao. La berenjena contribuyendo y un pilpil demasiado trabado, puede que su único pero.
Después pulpo gallega sobre dados de patata y puré. Bueno, sin misterio... Hacía años que no me encontraba con ese corte de la patata en dados pequeños.
Luego hizo acto de presencia un estupendo ternasco de Aragón. Asado como debe, con tiempo. Se desprendía la carne del hueso y el cordero tenía ese profundo sabor. Hubo repaso para quien quiso, y en esta segunda vuelta tuve la suerte de que me cayeran un par de costillas con su grasa convertida en flor.
Lo del postre ya es otro cantar, la palabra demodé aquí ya se queda corta, al hilo de Dani_C directamente. Tenía un poco de todo, quizá precisamente para gustar a todos, pero era un auténtico plato combinado. Lo mejor era la teja de almendra de debajo del helado, así que "canicazo" a la bola de stracciatella.

Los vinos fueron Enate Chardonnay-234 2013 y Marqués de Riscal Reserva 2010. A mi juicio bien con lo comido.

Por último, cafés, gin tonic's... Muy buen ambiente.

El marco es bueno, lástima que no haya más finura y vistosidad en el montaje de los platos. Sería un gran contraste.

Mi agradecimiento a los organizadores de estas estupendas jornadas.

Cena de jueves con motivo de reunión de congreso pero en pequeño grupo de 6. Solo había ocupada otra mesa más. Terrible para lo que ha sido. Un castigo lo alejado que está del mundo de la noche, aunque luego allí se está muy a gusto con la reforma.
Servicio de mantel, copas, cambio de cubiertos... muy bien. Atención personal de mucho más merezco yo: fría, poca amable, poco comunicativa, casi perdonando la vida.
Comida muy buena a destacar el cochinillo y el lechazo. Bebimos un Fagus 2009 muy buena garnacha de Campo de Borja. Carta de vinos interesante, variada y con precios como suele ser habitual, elevados.
No valoro precio por haber pagado.

Uno de los clásicos de Zaragoza, recuerdo especialmente el plato de solomillo crudo para prepararlo uno mismo en una sartén con sal a alta temperatura.
En esta ocasión nos decidimos por el menú degustación a 45 € compuesto de,
Ensalada de salmón marinado y cogollos con salsa de anchoas. Bien.
Sopa de rabo de toro, trufa y bocaditos rellenos de foie. Muy bien
Alcachofas, sepia y salsa de congrio. Bien
Chipirón a la plancha, cebolla, tinta y calabacín. Bien
Cabrito frito con hongos y patatas noissette. Decepcionante.
Sorbete de limón. Bien
Membrillo cocido, crema ligera de ginebra y aire de limón. Bien
Recaredo Brut Nature, 22 €
Cafés 3 € c/u
Agua 3 €
Como digo un clásico al que seguimos yendo por rutina, pero tendremos que buscar otras opciones para futuras visitas a Zaragoza.

Este restaurante en las afueras es uno de los más conocidos de la capital aragonesa.

He acudido a él varias veces, pero siempre en banquetes organizados (de unas 100 personas) y no sé el precio del mismo.

Al ser un banquete, pues la última vez comimos un revuelto de setas y jamón (muy bueno), un rape relleno de marisco (bueno), ternasco (bueno), unos postres helados (lo más elaborado de lo que comimos, excelentes).

Mucha cantidad, vinos de la zona (Enate), servicio rápido y profesional.

La sala está bien para grandes eventos.

No puedo valorarlo a la carta, pero se come bien (aunque no sé a que precio).

Para mi es uno de los mejores restaurantes de Zaragoza, muy acogedor el salon discreto y comida expectacular.
Con esto lo digo todo.

Este restaurante ha sabido evolucionar desde mi última visita hará unos 6 años. Lo ha hecho abriendo efectivamente un comedor más acogedor (una decena de mesas con separación demasiado justa), decorado con pinturas con estanterías repletas de libros multicolores y con citas literarias sobre fondo amarillo. También lo ha hecho en la carta, al menos en los entrantes, tanto fríos como calientes, que han evolucionado tanto en contenido como en presentación.
Servicio de un camarero acomodado, que cuando le preguntas algo, te responde al mismo tiempo que se está marchando. Al maitre solo lo vi cuando me tomó nota; lo hizo como un autómata, sin ganas de agradar ni de ayudar.
Carta, como decía amplia, "modernita" pero sin alegrías, y basada en productos de Aragón.
Sin detalles antes de la cena. Cestita con un pan y algunos colines.

Cena para 1 pax:
- 1/2 de pulpo con patata trufada y cebolla de Fuentes: Buenos trozos de pulpo sobre una patata machacada y germinados de cebolla. Lo decoraba una espuma suave del propio pulpo. Correcto entrante.
- Vieiras con borrajas salteadas, espuma de queso y arroz crujiente: 3 vieiras hermosas bien pasadas por la plancha. La espuma de queso lo acompañaba muy bien. Lo del arroz era como una especie de teja hecha de arroz (muy original).
- Espaldita de cordero con infusión de tomillo: Magnífica espaldita. Hecha en su punto, sin perder ni pizca de su jugo. Sabrosa y tierna. Lo acompañaba unas patatas a lo pobre y una ensalada de pimientos rojos.
- Higos confitados al moscatel con helado de queso: Muy buen postre con 3 higos muy dulces. El helado con fuerte sabor a queso de cabra fresco. Textura la del queso.

En la sobremesa una trufita y otra chuche que no recuerdo.

Servicio del vino: Carta rozando lo lamentable para un local como este. En vinos blancos lo peor que he visto últimamente. Pocos y comerciales (de toda Cataluña, solo Viña Esmeralda; y de La Rioja, solo Diamante). En tintos algo mejor pero solo centrada en Aragón, Ribera del Duero y La Rioja (solo en este caso aparecen joyas como Dalmau, Trasnocho o Viñas del Olivo). Precios rozando x2. Elegí el de la casa: Enate Reserva 2003 (15€ + IVA) servido pelín alto de temperatura pero en copas de vino blanco. No están atentos a rellenar.

Precio total: 73.44€ (IVA inc., agua de 1 litro a 3€ !!! y pan y servicio a 3€ !!!).

Todo un clásico de la restauración zaragozana, creo inicialmente centrado en la organización de eventos (en lo que es una institución), años después empezó a darle importancia al restaurante de carta.

La sala de ésta ha sido reubicada recientemente (alrededor de un año), además de darle un aire más actual, que falta la hacía, aunque guarda cierto recuerdo tradicional, con murales cuyo motivo principal es El Quijote. El montaje de mesa correcto, aunque no especialmente logrado, se puede decir que cumple. Sin duda destaca bastante el edificio por encima de la sala, terrorificamente emplazado por otro lado, a unos pocos kilómetros de la ciudad, o se va con un conductor dispuesto a hacer el esfuerzo de no beber absolutamente nada (control de la GC en el camino de regreso seguro, con un puesto de soplado casi permanente), o se tira de taxi, que dificilmente baje de los 15€. Servicio cercano, un tanto extraño, bromeando entre ellos, quizás un tanto sobrado. En cuanto al vino y su carta, discreta para un restaurante que pretende ser un referente gastronómico en la ciudad, con precios que mínimo superan en 7 u 8 € su precio de tienda, el menú degustación puede ser acompañado de vinos recomendados (Enate 234, y Enate Reserva a precios realmente buenos, 12 y 14€ respectivamente), además de disponre de media docena de tintos por copas a razón de 2,5 € por copa, bien en ese aspecto. Copería correcto, cubitera para mantener el vino (blanco) fresco, no rellenaron ni una sola vez, aunque en ese aspecto suelo ser bastante autosuficiente.

La carta, tirando a tradicional, nada emotiva, ni especialmente llamativa, nos decantamos por el menú degustación, a razón de 51 € por barba, compuesto por ...

De aperitivo una ya muy trillada tortilla en texturas, pero estaba rica.

Ensalada de pulpo marinado sobre patata con judías verdes y escarola: No termino de ver que pintaba ni que tenía de especial

Salteado de setas con jabugo, foie y alcachofas: realmente rico, aunque nada arriesgado, ya que son productos para triunfar, sabroso.

Almejas con borras: Más discreto, no eran nada del otro mundo ni las borrajas (aun guardo en la memoria las del 33), ni las almejas (tirando a pequeñas y 2), presentadas sobre espuma de patata que le daba un poco más de consistencia al plato.

Canelón vieira: francamente rico, a partir de aquí el menú se muestra a muy buen nivel.

Bacalao en pasta filo: igualmente bien conseguido, repite un aespecie de espuma acompañando el plato, esta vez de ajo, creo, con un ¿sofrito de tomate seco?, que también acompaña bien.

Sorbete de Moët & Chandon: supongo que reminiscenca de los banquetes de boda, correcto en todo caso

Fardel de ternera: de nuevo rico, aunque más próximo a una hamburguesa que a un fardel de verdad, de nuevo acompañado de una salsa blanca, en este caso de queso.

Los postres ya no los recuerdo, pero me queda la sensación de que me gustaron. El menú en general bastante bien, fácil y con pocos riesgos, pero bastante bien, productos típicos en este tipo de resturación, pero francamente conseguidos, con los pequeños peros chirriantes que he comentado.

Precio final 135 € de dos personas, a razón de los 51 del menú, 12 del Enate 234, 1,75 del agua, 3 de dos cafés, y 5 de un pacharán (IVAS a parte), es de agradecer que no cobraran las dos copas de tinto sueltas, ni los vermouth (tinto y rojo) que pedimos a la llegada.

Una familia, de cuatro, esperamos en el vestibulo desde la 13 hasta las 13:35, sin ser ni siquiera saludados ... hubo que suplicar un poco de agua ...
lo frecuento desde antes del 93 y ha cambiado poco
buenos productos de la tierra aragonesa incluidos los vinos.
servicio manifiestamente mejorable ...
!que pena!

Emblemático restaurante tradicionalmente considerado como uno de los mejores de Zaragoza.
Combina productos y platos aragoneses (excelentes verduras y carnes) con toques de creatividad un tanto rancios.
Nutrida bodega, con caldos muy bien seleccionados y servidos por ese gran sumiller que es Juan, lo mejor del restaurante.
Servicio atento y profesional.
RCP: caro.