Soy ya asiduo del restaurante y no dejo de visitarlo cuando puedo y sobre todo cuando hay mesa, que es lo realmente complicado de conseguir, incluso entre semana y a pesar de estar ubicado en un lugar algo escondido. Desde el primer día, en el que encargué un arroz de pato y una paella valenciana para compratir entre varios comensales, no he dejado de pedir lo mismo. El arroz de pato en cazuela de barro es impresionante y abundante. La paella siempre buena, pero en ocasiones sublime. Para empezar, muy buenas las tortitas de blanquet, el esgarrat y el all i pebre. La carta de vinos no está nada mal, predominando los valencianos, pero con variedad de referencias. El entorno es agradable aunque iría bien abrirlo un poco más hacia la huerta de naranjos y no tanto hacia el parking.
Muy recomandable!
Coincido con los comentarios anteriores sobre el bonito entorno y el ya famoso arroz meloso de pato, contundente y abundante, servido (como debe ser) en cazuela de barro y al centro. El restaurante estaba lleno, parece ser que como siempre, pero así y todo la secuencia del servicio fue irreprochable. En mi opinión el flan de naranja se queda sólo en un intento. Servicio de vino correcto. Dos aspectos negativos: comedor ruidoso y a cualquier postre le ponen nata (helado, flan, mousse,...)
Estuvimos cenando en el restaurante un viernes por la noche y el local estaba lleno. Se trata de una alqueria antigua totalmente rehabilitada y que han conseguido lograr un lugar con mucho encanto. Localizada en plena huerta entre el termino de Castellar y Pinedo, pero bastante facil de encontrar.
En cuanto al local indicar que las mesas estan algo juntas para mi gusto, mejor con tres o cuatro mesas menos. Las sillas muy comodas y el servicio de copas y platos muy aceptable. El personal en general muy joven, amable y atentos.
Fuimos tres parejas y pedimos de entrantes: tellinas, calamares y caracoles, estos ultimos muy buenos. Pedimos tambien un plato de ibericos y no nos lo sirvieron a pesar de que se lo recordamos a la camarera.
Despues cenamos carne, entrecot y solomillo, de muy buena calidad.
Pedimos diferentes postres y todos buenos.
La carta de vinos es muy amplia, aunque pedimos un rosado de Pago del Vicario y no tenian (a pesar de estar en carta).
La relacion calidad precio buena, salimos a 55 € por pareja.
Un sitio para recomendar y volver.
Despues de escuchar algun comentario, fui con varios amigos a mediodia para comer.
Excepto que comimos en la terraza de fuera (con algo de calor y olor), todo lo demas muy acertado. entrantes de tortilla de blanquet (pescadito), y ensalada, para pedir arroz con pato, que no la habia probado nunca tan bueno, perfecto en todo (raciones, coccion, sabor etc.) me encanto, el lugar y la comida. Y de precio, me parecio una mas que aceptable relacion calidad precio. Todavia parece que se puede comer bien sin pasarse en la factura.
Comida familiar este domingo. Después de que en el Rte les panses nos tomaran el pelo, llamamos a la Alqueria del Brosquil y a pesar de tenerlo lleno nos atendieron fenomenal. (es verdad que somos clientes asiduos).
De entrantes platos típicos y sencillos calalmares romana, pescadito frito y tortilla de blanquet (pescadito).
Para comer arroz caldoso con pato , espectacular y muy muy bueno con raciones abundantes.Y más teniendo en cuenta la hora que era el restaurante a tope de gente, etc.
Vale la pena venir aquí solo por comer este arroz.
Vino un Ramón Bilbao y un E. Lacasta , vinos normales.
Muy buena RCP
Somos un grupo numeroso de amigos de los apartamentos de verano. Juan reservó para este sábado pasado una mesa en una alquería. Cuando se confirmó la asistencia muchos no sabíamos que la Alquería del Brosquil era un restaurante en un entorno de huerta valenciana y que las obras realizadas en su rehabilitación eran tan profundas.
Comida para diez parejas consitente en varios aperitivos al centro. mandonguilles(croquetas) de bacalao, habitas con chipirones y ajos tiernos , enterets (calamar de playa) y alcachofas plancha. Les mandonguilles me hacen recordar la infancia cuando mi madre las preparaba los días de cuaresma que pasábamos en Liria. Tienen el mismo rebozado, sabor y la misma textura. Acompañamos los aperitivos con vino tinto Mestizaje de bodegas Mustiguillo que cada vez está mejor.
Entre comentarios sobre la rehabilitación del lugar, y ponernos al día de los últimos descubrimientos en vinos y restaurantes llegó el plato fuerte, un arroz meloso de pato que casi nos saltan las lágrimas. Para contentar a los "riojistas" acompañamos al pato con un Muga crianza. Bromas, risas y tres platos de arroz después llegaron los postras, donde destacó el flan de naranja.
Un poco de champagne y unos gintonics dió fin a la comida a las 19 horas.
Por cierto, buen coperío y buena vajilla, servicio amable y joven, ausencia de servicio de vino, sillas cómodas y mesa bien montada.
En fín un gran día, gracias Juán por convocar esta comida y besos para todos.
Local con encanto ubicado en la zona de Castellar Oliverar. Se trata de una alquería todavía en proceso de restauración que dispone de comedores en el interior y exterior con una decoración que combina el tipismo de la edificación con modernidad, buena separación de mesas. La primera sorpresa es que es lunes a mediodía y esta lleno, lo cual no ayuda al servicio que parece no tener prevista esta contingencia. Entrantes clásicos pero con buenas raciones y buena materia prima: Tellinas, Pescaditos y Puntilla. Luego una buena ensalada valenciana y un arroz meloso de bogavante. El arroz, normalito en cuanto a sabor para mi gusto, servido en cazuela de barro y algo pasado, lo que hace que si quieres repetir, la segunda ración esté todavía más pasada. La carta de vinos algo corta pero suficiente, tomamos un E. Mendoza Chardonay, no hubo servicio del vino que nos dejaron en cubitera (no me extraña con la masificación), copas flojas. Tendremos que volver a probar otros platos y sobre todo a apreciar las características y el servicio en un día menos masificado. Precios correctos.
Me resulta un local encantador. Saber que es una alquería auténtica, que mantiene su estructura original y que está enclavada en un paraje tradicional, entre naranjos y otras alquerías, me encanta.
El acceso desde pinedo es sencillo, está lleno de carteles indicadores. Entrando desde Valencia hacia Pinedo, en la rotonda de entrada a Pinedo hay ya un cartel que indica la dirección del resturante. Hay cuatro carteles más a lo largo del camino que te llevan hasta la puerta.
Pero bueno lo importante es la cocina, en este apartado no hay mas que ver la trayectoria de la Genuina, pues el origen es ese.
La carta es predominantemente de platos típicos de la zona, con un gran protagonismo del arroz.
Hay muchas referencias de vinos, pero no están todos en la carta.
Hay detalles que se pueden ir mejorando, pero en conjunto la valoración es buena.
Anoche tomé unas tellinas, abundantes y limpias. Unas tortitas de pescadito, similares a las de camarones, misma técnica, acompañadas de albóndigas de bacalao. Después alcachofas a la plancha, tiernas pero con exceso de hojas. Después foie a la plancha y luego un solomillo a la plancha con pimiento confitado, una gratísima sorpresa este pimiento.
Acompañado todo de Emilio Clemente crianza 2004.
Y de postre flan de naranja, sencillo pero exquisito.
El café es una asignatura pendiente, como en tantos restaurantes.
Las raciones muy abundantes
Dos personas 75 euros.
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flan de naranja
Se trata de una antigua alquería rehabilitada que, aunque pertenece a Castellar, está mas cerca de Pinedo. Se entra desde Castellar y si no eres de la zona, no es facil localizarlo. Local amplio y luminoso, tiene un patio que debe resultar realmente sugerente en verano (siempre que los mosquitos lo permitan). Parece que son los hijos del resturante La Genuina de Pinedo.
Cocina típica Valenciana, con arroces de todos los tipos, las tollina, el esgarraet, las ensaladas y mucho mas. La carta tiene varias curiosidades Valencianas y un buen repertorio de pescados y carnes. Muy amplia.
La carta de vinos muy buena. Es bastante extensa, mas de lo que te esperas ante el perfil de un negocio así, y lo mejor los precios. No están muy cargados y apetece realmente desgustar vinos de mas calado por el mero echo de no sentirse economicamente agredido. Copas correctas, descorchado en mesa, temperatura bien pero no hay servicio a copa. Puntuaré fuerte por la carta y sus precios.
Servicio atento y con ganas de agradar, por parte de unas siempre sonrientes señoritas.
Tomamos una croquetas de bacalao con all i oli enormes, correctas solo, calamares romana típicos y buenos, ensaladas y un surtido de quesos e ibéricos, todo bastante normal. Luego pedimos unas "paellas" (que parecen típicas y como iba con gente que ya había estado se decantaron por tan vulgar plato) en las que se habian cocinado unas patatas a los pobre, con huevo frito y trozos de morcilla, longaniza y chorizo (parecido a el típico plato de taberna c/ Jesus). Estaba bueno.
De beber dos botellas de Sybarus Tardana muy muy rico (hay que ver lo que se esta haciendo con esta uva) y otras dos de Enrique Mendoza Shiraz del 2003 y con el que todavía me están temblando las piernas.
De postre nos pusieron unos platos a compartir (teniamos cada uno servicio particular de platos y cubiertos) con frutas variadas y helados de turrón y contessa. Correcto pero muy lejos de algo elaborado. Cafés y gintonics.
Conclusión, se trató de una comida-reunión de amigos donde la gastronomia (salvo por los vinos que pedí yo) no era el motivo. Creo que en próxima visita podré desgustar mejor cosas que leí.
El precio realmente interesante. Volveré a ver que mas.