Casa Carmela es un local que lleva más de 100 años dando de comer y haciendo arroces habiendo pasado muchas vicisitudes, pero desde hace unos pocos años, con la cuarta generación ha conseguido remontar de forma tal que ahora es considerado por muchos el mejor local para comer arroz en Valencia capital y en el top 3 en la Comunidad. Tiene recomendación Michelín 2023.
Actualmente y tras la última reforma del restaurante (2011) ha conseguido convertir un local que se había quedado parado en su historia y ahora se ha transformado en un local amplio, luminoso con una entrada que deja la barra a un lado y pasas a un comedor con amplias mesas con mucho espacio convenientemente aprovechado, bien vestidas con mantel y servilletas de tela, buenas copas y vajilla, sillas cómodas, ambiente algo ruidoso y todo ello sin perder la esencia, ya que la decoración mantiene sus orígenes con cerámica de Manises, y las paellas se siguen haciendo a leña de forma individual (con reserva previa) para servir directamente en la mesa y comer con cuchara de madera. La decoración se completa con una bodega a la vista espectacular y algunos pequeños salones privados muy solicitados.
El servicio es muy profesional, rápido, abundante (son 45 empleados) y eficaz hasta conseguir doblar todas las mesas posibles porque está lleno casi siempre (puede llegar a 300 servicios siempre con un gasto mínimo de 40€ para evitar el turista de alpargata). En nuestro caso, comida para dos, con un compañero que consigue mesa (con reserva solo dos horas antes) y paella para comer sin previo aviso, amén de una atención especial.
Para beber consultamos la web a través del QR de rigor pero venimos de evento @Verema2024 y aún así nos atrevemos a buscar un vino suave de trago largo, que nos permita toda la comida sin que sobre demasiado, consensuamos con Jaime (responsable de sala y reservas, sommelier y camarero sin que se le caigan los anillos): Lalama 2021, un tinto gallego con predominio de mencía y otras uvas locales que gustó. Un poco de agua y unas cervezas previas completaron la parte líquida. El servicio del vino fue desde un buen consejo, el descorche, cata, primer servicio y complementario con frecuencia durante la comida.
Para comer, y sin carta a la vista, ya que la confianza es máxima con Jaime y nos dejamos aconsejar:
. aladró con huevo poché: hacía mucho tiempo que no veía en restaurantes de Valencia este diminuto pescadito (en otros sitios llamado chanquete) que era abundante hace años y de venta ambulante; con mínimo rebozado y perfecto el punto del huevo, algo muchas veces descuidado. Muy bien.
. gamba roja hervida x 2: perfecto punto, casi crudo de una gamba de buen tamaño jugosa y carnosa. Excelente.
. gamba roja plancha x 2: la misma calidad y tamaño de la gamba que casi no estuvo en la plancha, podía decirse que más que a la plancha estaba solo calentada. Excelente.
. paella valenciana x 2: hecha a leña y servida en mesa, como se lleva ahora con una capa muy fina de arroz (altura de un grano exactamente) con un punto perfecto de cocción, muy sabrosa, con cantidad de verdura y carne muy adecuada que incluso nos sobró algo de arroz. En mi top 3, sin duda y más teniendo en cuenta la cantidad de paellas que se hacen en cada turno (más de 25) y a leña; me parece un milagro.
. postre: tocino de cielo con helado de frambuesa: un buen trozo de tocino de cielo de perfecta textura y sabor, complementado con un helado cítrico y sabroso que aminora la sensación potente de azúcar; se decora con una espuma del propio tocinillo triturado con nata. Muy bien.
Unos cafés finales y poca sobremesa porque toca volver al encuentro vinícola para acabar la fiesta.
aladró
gamba cocida
gamba plancha
paella
paella2
tocinillo
Fuimos a comer a Casa Carmela, pedimos dos entrantes.
Ensalada de tomate con cebolleta tierna y tronco de bonito en aceite, buena calidad y cantidad 19€.
Salpicón de marisco lo llaman Marisqueña Carmela: Lleva mejillones, navajas, pulpo, gamba, langostinos y verduras cortadas en pequeño con una salsa ligera en la base tipo alioli con un poco de aceite valenciano de Requena, 19€.
Paella valenciana, riquísima de pollo, conejo, garrofóns, ferraúra (bajoqueta), creo que también algo de pato y caracoles, riquísimo, en su punto de cocción y de sal, servido con cuchara de palo para darle un toque clásico y tradicional, es verdad que el aroma a leña no se nota mucho pero de sabor estaba brutal 23'50€ por persona.
De armonía cerveza clásica Mahou y fino el Marismeño, el fino a 3€ y el doble de cerveza 3'20€.
Sin postre, nos llenamos bastante, buena cantidad de arroz.
Local para ser febrero medio lleno tirando a lleno, personal atento y cercano, profesional.
Establecimiento limpio, carta de vinos amplia y no del todo exagerada de precio, amplitud de carta de comida y bonita decoración clásica.
Después de un intenso y emocionante fin de semana disfrutando de la decimonovena Experiencia Verema Valencia, tocaba volver a casa. Pero antes, comida en Casa Carmela para dos comensales.
A pesar de lo inmenso del salón, nos acomodaron en una mesa un tanto incómoda a la entrada del mismo con el trajín constante del paso de todos los camareros. Las viandas hicieron que nos olvidáramos un poco de este asunto.
Empezamos compartiendo unos buñuelos de bacalao y unos sepionets a la plancha antes de pasar a un rico arroz del senyoret, en su punto y con un adictivo socarrat. Eso sí, el aporte de la leña no se apreciaba demasiado. De postre, flan de horchata con chufas en almíbar y nueces caramelizadas con miel, helado de vainilla y teja de mascarpone. Además, nos obsequiaron con una coca con nueces y dátiles.
Nos acompañaron muy bien un original blanco valenciano de albariño, Pago de Tharsys Vendimia Nocturna 2019 (18 €) y un par de copas dulces (5.50 € cada una) con los postres, El Sequé 2016 (monastrell) y Casta Diva Cosecha Miel 2014 (moscatel).
Servicio rápido, eficiente, simpático e impecable.
Local clasico en valencia, ahora reformado con terraza en la parte posterior
Hoy martes lleno ,
Buena atencion y servicio
Muy buena paella valenciana con alcachofas y caracoles y hecha a leña con su socarraet ,precio un poco alto 17 ,50 racion eramos tres y al pedir solo dos raciones se nos ha quedado un poco corta
Quisquillas hervidas muy buenas
Canaillas
Sepia a la plancha
Helado de mango y brownie con helado vainilla
Tres cañas vino rosado rosae y dos cafes
180 e los tres
Buen sitio para comer paellas
Si algunos de los usuarios mas reputados de este portal lo recomiendan, y si hasta el mismo Ricard Camarena habla bien del sitio, significa que hay que visitar el lugar, si o si.
Pues dicho y hecho, caminito de la Malvarrosa, hasta el final de dicha playa, donde ésta se acaba y comienza la playa de la Patacona, si esa playa donde cuentan que Begoña Rodrigo, abrirá un nuevo local, y donde, dando un paseo para hacer tiempo, he visto dos locales en obras, uno de ellos ya tenia instalada una barra. ¿Será ese el nuevo local?
Se encuentra en una calle paralela al Paseo Marítimo, pero permite, aunque a lo lejos, ver el mar.
Un día de diario, con tiempo un tanto desapacible, y lleno total. Esto pinta bien.
Sala de las de toda la vida, correctos y tan profesionales que ya vienen de vuelta. Antes de que hables, ya saben lo que quieres con un margen de error ínfimo.
Carta variada, tiene un poco de todo, verdura, salazones, marisco, carne, pescado y fundamentalmente, arroces. Y ademas, hechos a fuego de leña.
Carta de bebercio, como siempre blancos de la zona, y de estos un Impromptu, un sauvignon de Utiel-Requena, fermentado en barricas de roble y mantenido sobre lías, un vino con personalidad. Ha gustado y mucho.
Teníamos claro que hoy el punto central era el arroz y lo demás, debía servir como acompañamiento.
Unos sepionets de playa con su AOVE, su ajito y su perejil. No necesitan mas, para chuparte los dedos.
Un esgarrat de bacalao, pimientos, cebollita, huevo duro, aceituna, mojama de atún y su aceitito. Nada que ver con los esgarrats que te sirven en otros lugares, aqui no hay exceso de sal, esto es otra cosa. Esto esta suculento.
Arroz del senyoret. Con trozos de rape y gambas, todo pelado, básicamente para no perder tiempo. Pedí, las preceptivas cucharas de madera para comer directamente en la paellera, me dijeron que las cucharas de madera solo se servían para la paella valenciana, para el resto de ls arroces, las cucharas se cobraban, pero vieran mi cara de forastero, sorprendido y compungido, y gentilmente, nos trajeron las cucharas y no nos cobraron nada de ellas.
Pues que voy a decir, del arroz, ración enorme, creo que hubieran podido comer tres o cuatro personas, pero como no era cuestión de dejarlo ahí, pues relamiéndonos a cada cucharada y poquito a poquito, sin prisas, dejamos la paellera sin ningún grano. Obviamente, no hizo falta que dijéramos que nos había parecido, la sonrisa del camarero y su mirada a la paellera, le facilito la respuesta.
Sin hueco para postre, solo con los cafés con hielo sin chupitos, pusimos fin a esta experiencia arrocera.
Arroz del senyoret
Sepionet de playa
Esgarrat de bacalao, pimiento y mojama
Arroz del senyoret
Sepionets de playa
Esgarrats de bacalao, pimientos, mojama
Conozco Casa Carmela desde hace unos cuantos años y la verdad que siempre que he comido allí he recibido un trato inmejorable, y por supuesto la comida... un 10!!!!
Totalmente recomendable, la paella valenciana, tellinas, clochina valenciana en temporada sin olvidar el esgarraet...
Mi más sincera enhorabuena!!!!
Casa Carmela es de esos restaurantes del que todo el mundo habla y yo nunca he sabido encontrarle el punto. A su favor son su situación privilegiada, con vistas a la playa de la Malvarosa y el hecho de que cocinen a leña, algo que siempre valoro. (URL)
El local es amplio lo que también lo convierte en bullicioso, salvo la terraza, que es bastante tranquila, aunque creo que es uno de los lugares donde he comido con más calor de los que recuerdo… ¡Y eso que esta vez era junio! Recomendación: huye de la terraza, que realmente es el corral de la casa y no tiene buena ventilación.
Cocina mediterránea valenciana, con los arroces a leña como producto estrella, imagino que lo que más cocinarán serán paellas, pero como no suelo comerlas fuera de casa, no tengo ni idea de cómo estarán.
Tomamos una ensalada de tomate valenciano con cebolla tierna, bonito y rábanos, a destacar la calidad del tomate valenciano que estaba riquísimo. Puro producto, sin más. Calamares a la romana, bastante buenos, con el rebozado bien trabado pero pasarse de empanado. Puntillas, sin demasiadas florituras, bien de rebozado y calibre. Sepias a la plancha, a los que les faltaba algo de cocción. Servidos de forma sencilla con una salsa mery.
Como plato principal tomamos el arroz del senyoret, que no voy a decir que no estuviera bueno, además el punto del arroz estaba perfecto, pero sí que le faltaba algo de punch. ¿Qué es algo de punch? Un buen fondo, algo más de sustancia que le diera más sabor al arroz. Tampoco se notaba el toque del ahumado, no todas las maderas dan el mismo aroma al plato y, en este caso, no brilló por su paso por el fuego vivo.
De postre nos ofrecieron un combinado de fruta y helados, muy bien presentado.
La carta de vino está bastante bien, con predominio de los vinos tintos sobre los blancos o espumosos, pero con una buena selección. Nos decantamos por un Louro do Bolo para empezar y, dos botellas más tarde, terminamos con un Tantum Ergo Rosé. Copas adecuadas y servicio sencillo pero muy atento y amable, salvo a la hora de traer la cuenta que, tras casi 30 minutos de espera, nos decidimos a levantarnos e ir a pagar a la caja.
Al final la factura asciendo a unos 45€, lo que no acaba de compensarme, si me ciño a lo gastronómico (y me olvido por completo del calor…) Otra cosa es la cercanía al mar y que se tenga que pagar la fama, el “hecho de que se haga a leña”, la fama, etc.
Tú que eres de Valencia, ¿dónde me llevas a comer un buen arroz?
Aterradora pregunta que, en muchas ocasiones, conseguía acelerarme el pulso y que se me erizase la piel pensando dónde podía llevar a comer a esos amigachos foráneos, de paladares con nota y que venían ávidos de comer una buena paella. Pocos sitios y no tantos como quisiera. Había épocas en las que el nivel medio era el esperado y acertabas sin preocuparte demasiado en la elección.
Pero, amigo, en otros momentos, casi prefería que se me tragase la tierra: grandes lugares emblemáticos reconvertidos en nidos de bandoleros; otros que aspiraban a serlo, tras aprobar un curso de cocina a distancia; ¿arroz, cuál?, da igual, niño, ese mismo, carne de dudosa calidad y verduras de oscura procedencia. Además, le acertaban menos el punto de cocción correcto que si estuviesen jugando al Euromillón.
Menos mal que aún siguen existiendo buenos y grandes defensores de la buena mesa y mantel. No muchos, es verdad, pero afortunadamente bien conocidos y reconocidos por los que tenemos alguna inquietud al respecto.
Uno de ellos, sin necesidad de salir de la ciudad, Casa Carmela. Enclavado cerca del mar, casi a su vera, en el que se respira una cocina valenciana serena, sin estridencias, trampantojos tan de moda, ni ensayos clínicos de laboratorio. Cocina de cuchara, con raíces como las de una sequoia y a la que, tras la comida, no puedes más que agradecer su permanencia en el panorama y esperar que siga teniendo todo el éxito que merece.
Seis comensales, un mediodía y una paella. Esos eran los parámetros de la reunión y Casa Carmela la elegida para escenificarla.
Tras unos vermuts, la comanda se centró en algunos de los entrantes más previsibles, por supuesto.
Un excelente tomate aderezado con bonito casero, cebolla, rabanito, aove y sal. Abierto, a pecho descubierto, sin nada que ocultar. ¿Sólo tomate? Sí, ¡pero qué tomate!
No podían faltar las tellinas, unos choquitos bien limpios, con un rebozado impecable y unas pequeñas sepias con parte de su tinta, acompañados con unas botellas de Impromptu 2012, sauvignon blanc, de Bodegas Hispano-Suizas.
El servicio del vino se limitó a la cata y primer envinado de las copas. Correcto y acorde con el estilo habitual del local
De ahí a la paella. Pollo y conejo, arroz con el grano suelto, repleto de sabor y una carne en su punto. Una paella en la que se castigaría con pena de cárcel a quien se atreviese ponerle limón. Continuamos con la misma bodega, pero ahora con un Bassus 2012, pinot noir, que se sumó a la fiesta de una excelente paella.
Llegados los postres, pedimos sólo un poco de fruta variada. Y a diferencia de otras experiencias funestas, lo traído a la mesa fue… ¡fruta variada de verdad! Melón, plátano, fresas, kiwis, piña y un par de helados (faltó naranja, sí… una lástima)
Unas copas de mistela alicantina, cafés y tan contentos que nos fuimos hasta el Ático del Ateneo a tomarnos unas copas a media tarde…, pero eso ya es otra historia. :))
Fruta variada
Paella de pollo y conejo
Ensalada de tomate
Después de dos visitas, precio moderado , 60€ por cabeza, calidad media y servicio familiar y bueno.
Empieza el festín :
Ostras guilardeu mui buenas
Quisquillas para mi gustó un poco pasadas de cocción pero buenas .
Mojama no ! Anchoas un SI y tómate increíble .
Puntillas de diez .
arroz de langosta secó la primera vez muy muy buena
Paella valenciana buena
Postres caseros para mi más que aceptables
Hacia muchos años que no iba a este restaurante de los míticos en Valencia, en la malvarrosa, privilegiado por su entorno y su luz. Acudí con unos amigos al mediodía a comer, y de entrada estaba lleno, cosa que últimamente es de agradecer, inspira seguridad. Lo recordaba muy bullicioso y así continua. Tomamos de entradas una ensalada con un tomate espectacular, una fritura que no estaba hasta allá, y unos calamarcitos realmente exquisitos. Se había pedido anteriormente un arroz del señoret que tengo que decir los he probado mucho mejores, aunque no estaba malo creo que era bastante mejorable. Tomamos 2 botellas de Matarromera y unos postres (uno de ellos sorbete de horcharta con cava que no me gustó) Creo que volveré en otra ocasión para probar de subir mi puntuación.
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