Después de un intenso y emocionante fin de semana disfrutando de la decimonovena Experiencia Verema Valencia, tocaba volver a casa. Pero antes, comida en Casa Carmela para dos comensales.
A pesar de lo inmenso del salón, nos acomodaron en una mesa un tanto incómoda a la entrada del mismo con el trajín constante del paso de todos los camareros. Las viandas hicieron que nos olvidáramos un poco de este asunto.
Empezamos compartiendo unos buñuelos de bacalao y unos sepionets a la plancha antes de pasar a un rico arroz del senyoret, en su punto y con un adictivo socarrat. Eso sí, el aporte de la leña no se apreciaba demasiado. De postre, flan de horchata con chufas en almíbar y nueces caramelizadas con miel, helado de vainilla y teja de mascarpone. Además, nos obsequiaron con una coca con nueces y dátiles.
Nos acompañaron muy bien un original blanco valenciano de albariño, Pago de Tharsys Vendimia Nocturna 2019 (18 €) y un par de copas dulces (5.50 € cada una) con los postres, El Sequé 2016 (monastrell) y Casta Diva Cosecha Miel 2014 (moscatel).
Servicio rápido, eficiente, simpático e impecable.
Local clasico en valencia, ahora reformado con terraza en la parte posterior
Hoy martes lleno ,
Buena atencion y servicio
Muy buena paella valenciana con alcachofas y caracoles y hecha a leña con su socarraet ,precio un poco alto 17 ,50 racion eramos tres y al pedir solo dos raciones se nos ha quedado un poco corta
Quisquillas hervidas muy buenas
Canaillas
Sepia a la plancha
Helado de mango y brownie con helado vainilla
Tres cañas vino rosado rosae y dos cafes
180 e los tres
Buen sitio para comer paellas
Si algunos de los usuarios mas reputados de este portal lo recomiendan, y si hasta el mismo Ricard Camarena habla bien del sitio, significa que hay que visitar el lugar, si o si.
Pues dicho y hecho, caminito de la Malvarrosa, hasta el final de dicha playa, donde ésta se acaba y comienza la playa de la Patacona, si esa playa donde cuentan que Begoña Rodrigo, abrirá un nuevo local, y donde, dando un paseo para hacer tiempo, he visto dos locales en obras, uno de ellos ya tenia instalada una barra. ¿Será ese el nuevo local?
Se encuentra en una calle paralela al Paseo Marítimo, pero permite, aunque a lo lejos, ver el mar.
Un día de diario, con tiempo un tanto desapacible, y lleno total. Esto pinta bien.
Sala de las de toda la vida, correctos y tan profesionales que ya vienen de vuelta. Antes de que hables, ya saben lo que quieres con un margen de error ínfimo.
Carta variada, tiene un poco de todo, verdura, salazones, marisco, carne, pescado y fundamentalmente, arroces. Y ademas, hechos a fuego de leña.
Carta de bebercio, como siempre blancos de la zona, y de estos un Impromptu, un sauvignon de Utiel-Requena, fermentado en barricas de roble y mantenido sobre lías, un vino con personalidad. Ha gustado y mucho.
Teníamos claro que hoy el punto central era el arroz y lo demás, debía servir como acompañamiento.
Unos sepionets de playa con su AOVE, su ajito y su perejil. No necesitan mas, para chuparte los dedos.
Un esgarrat de bacalao, pimientos, cebollita, huevo duro, aceituna, mojama de atún y su aceitito. Nada que ver con los esgarrats que te sirven en otros lugares, aqui no hay exceso de sal, esto es otra cosa. Esto esta suculento.
Arroz del senyoret. Con trozos de rape y gambas, todo pelado, básicamente para no perder tiempo. Pedí, las preceptivas cucharas de madera para comer directamente en la paellera, me dijeron que las cucharas de madera solo se servían para la paella valenciana, para el resto de ls arroces, las cucharas se cobraban, pero vieran mi cara de forastero, sorprendido y compungido, y gentilmente, nos trajeron las cucharas y no nos cobraron nada de ellas.
Pues que voy a decir, del arroz, ración enorme, creo que hubieran podido comer tres o cuatro personas, pero como no era cuestión de dejarlo ahí, pues relamiéndonos a cada cucharada y poquito a poquito, sin prisas, dejamos la paellera sin ningún grano. Obviamente, no hizo falta que dijéramos que nos había parecido, la sonrisa del camarero y su mirada a la paellera, le facilito la respuesta.
Sin hueco para postre, solo con los cafés con hielo sin chupitos, pusimos fin a esta experiencia arrocera.
Arroz del senyoret
Sepionet de playa
Esgarrat de bacalao, pimiento y mojama
Arroz del senyoret
Sepionets de playa
Esgarrats de bacalao, pimientos, mojama
Conozco Casa Carmela desde hace unos cuantos años y la verdad que siempre que he comido allí he recibido un trato inmejorable, y por supuesto la comida... un 10!!!!
Totalmente recomendable, la paella valenciana, tellinas, clochina valenciana en temporada sin olvidar el esgarraet...
Mi más sincera enhorabuena!!!!
Casa Carmela es de esos restaurantes del que todo el mundo habla y yo nunca he sabido encontrarle el punto. A su favor son su situación privilegiada, con vistas a la playa de la Malvarosa y el hecho de que cocinen a leña, algo que siempre valoro. (URL)
El local es amplio lo que también lo convierte en bullicioso, salvo la terraza, que es bastante tranquila, aunque creo que es uno de los lugares donde he comido con más calor de los que recuerdo… ¡Y eso que esta vez era junio! Recomendación: huye de la terraza, que realmente es el corral de la casa y no tiene buena ventilación.
Cocina mediterránea valenciana, con los arroces a leña como producto estrella, imagino que lo que más cocinarán serán paellas, pero como no suelo comerlas fuera de casa, no tengo ni idea de cómo estarán.
Tomamos una ensalada de tomate valenciano con cebolla tierna, bonito y rábanos, a destacar la calidad del tomate valenciano que estaba riquísimo. Puro producto, sin más. Calamares a la romana, bastante buenos, con el rebozado bien trabado pero pasarse de empanado. Puntillas, sin demasiadas florituras, bien de rebozado y calibre. Sepias a la plancha, a los que les faltaba algo de cocción. Servidos de forma sencilla con una salsa mery.
Como plato principal tomamos el arroz del senyoret, que no voy a decir que no estuviera bueno, además el punto del arroz estaba perfecto, pero sí que le faltaba algo de punch. ¿Qué es algo de punch? Un buen fondo, algo más de sustancia que le diera más sabor al arroz. Tampoco se notaba el toque del ahumado, no todas las maderas dan el mismo aroma al plato y, en este caso, no brilló por su paso por el fuego vivo.
De postre nos ofrecieron un combinado de fruta y helados, muy bien presentado.
La carta de vino está bastante bien, con predominio de los vinos tintos sobre los blancos o espumosos, pero con una buena selección. Nos decantamos por un Louro do Bolo para empezar y, dos botellas más tarde, terminamos con un Tantum Ergo Rosé. Copas adecuadas y servicio sencillo pero muy atento y amable, salvo a la hora de traer la cuenta que, tras casi 30 minutos de espera, nos decidimos a levantarnos e ir a pagar a la caja.
Al final la factura asciendo a unos 45€, lo que no acaba de compensarme, si me ciño a lo gastronómico (y me olvido por completo del calor…) Otra cosa es la cercanía al mar y que se tenga que pagar la fama, el “hecho de que se haga a leña”, la fama, etc.
Tú que eres de Valencia, ¿dónde me llevas a comer un buen arroz?
Aterradora pregunta que, en muchas ocasiones, conseguía acelerarme el pulso y que se me erizase la piel pensando dónde podía llevar a comer a esos amigachos foráneos, de paladares con nota y que venían ávidos de comer una buena paella. Pocos sitios y no tantos como quisiera. Había épocas en las que el nivel medio era el esperado y acertabas sin preocuparte demasiado en la elección.
Pero, amigo, en otros momentos, casi prefería que se me tragase la tierra: grandes lugares emblemáticos reconvertidos en nidos de bandoleros; otros que aspiraban a serlo, tras aprobar un curso de cocina a distancia; ¿arroz, cuál?, da igual, niño, ese mismo, carne de dudosa calidad y verduras de oscura procedencia. Además, le acertaban menos el punto de cocción correcto que si estuviesen jugando al Euromillón.
Menos mal que aún siguen existiendo buenos y grandes defensores de la buena mesa y mantel. No muchos, es verdad, pero afortunadamente bien conocidos y reconocidos por los que tenemos alguna inquietud al respecto.
Uno de ellos, sin necesidad de salir de la ciudad, Casa Carmela. Enclavado cerca del mar, casi a su vera, en el que se respira una cocina valenciana serena, sin estridencias, trampantojos tan de moda, ni ensayos clínicos de laboratorio. Cocina de cuchara, con raíces como las de una sequoia y a la que, tras la comida, no puedes más que agradecer su permanencia en el panorama y esperar que siga teniendo todo el éxito que merece.
Seis comensales, un mediodía y una paella. Esos eran los parámetros de la reunión y Casa Carmela la elegida para escenificarla.
Tras unos vermuts, la comanda se centró en algunos de los entrantes más previsibles, por supuesto.
Un excelente tomate aderezado con bonito casero, cebolla, rabanito, aove y sal. Abierto, a pecho descubierto, sin nada que ocultar. ¿Sólo tomate? Sí, ¡pero qué tomate!
No podían faltar las tellinas, unos choquitos bien limpios, con un rebozado impecable y unas pequeñas sepias con parte de su tinta, acompañados con unas botellas de Impromptu 2012, sauvignon blanc, de Bodegas Hispano-Suizas.
El servicio del vino se limitó a la cata y primer envinado de las copas. Correcto y acorde con el estilo habitual del local
De ahí a la paella. Pollo y conejo, arroz con el grano suelto, repleto de sabor y una carne en su punto. Una paella en la que se castigaría con pena de cárcel a quien se atreviese ponerle limón. Continuamos con la misma bodega, pero ahora con un Bassus 2012, pinot noir, que se sumó a la fiesta de una excelente paella.
Llegados los postres, pedimos sólo un poco de fruta variada. Y a diferencia de otras experiencias funestas, lo traído a la mesa fue… ¡fruta variada de verdad! Melón, plátano, fresas, kiwis, piña y un par de helados (faltó naranja, sí… una lástima)
Unas copas de mistela alicantina, cafés y tan contentos que nos fuimos hasta el Ático del Ateneo a tomarnos unas copas a media tarde…, pero eso ya es otra historia. :))
Fruta variada
Paella de pollo y conejo
Ensalada de tomate
Después de dos visitas, precio moderado , 60€ por cabeza, calidad media y servicio familiar y bueno.
Empieza el festín :
Ostras guilardeu mui buenas
Quisquillas para mi gustó un poco pasadas de cocción pero buenas .
Mojama no ! Anchoas un SI y tómate increíble .
Puntillas de diez .
arroz de langosta secó la primera vez muy muy buena
Paella valenciana buena
Postres caseros para mi más que aceptables
Hacia muchos años que no iba a este restaurante de los míticos en Valencia, en la malvarrosa, privilegiado por su entorno y su luz. Acudí con unos amigos al mediodía a comer, y de entrada estaba lleno, cosa que últimamente es de agradecer, inspira seguridad. Lo recordaba muy bullicioso y así continua. Tomamos de entradas una ensalada con un tomate espectacular, una fritura que no estaba hasta allá, y unos calamarcitos realmente exquisitos. Se había pedido anteriormente un arroz del señoret que tengo que decir los he probado mucho mejores, aunque no estaba malo creo que era bastante mejorable. Tomamos 2 botellas de Matarromera y unos postres (uno de ellos sorbete de horcharta con cava que no me gustó) Creo que volveré en otra ocasión para probar de subir mi puntuación.
He estado esta semana en este restaurante que aun no conocia. Hacia tiempo que no me encontraba una sorpresa de tal magnitud. Muchos pensaréis que exagero que después de todo solo comí dos ostras (de Valencia, servidas con gusto)unas sepias de playa a la plancha (fresquísimas) y una paella de pescado y gambas.
Esa es la clave de este restaurante, que se sirven cosas "simples" pero de una calidad 10 y con una elaboración, poca, la justa y he aquí el éxito, que raya la perfección.
Por poner alguna pega, la sala estaba algo baja de temperatura a pesar de estar casi llena, pasamos algo de frio.
vamos a lo que vamos a comer un buen arroz pues eso obtuvimos y con unos buenos entrantes y lo dicho anterormente sobre la carta de vinos anticuada necesitan ponerla al dia
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