Nueva visita, en esta ocasión en época veraniega y posterior a la pandemia. Hay algunos cambios, no en el local que sigue siendo el mismo y su distribución de mesas, pero sí en el personal que ahora se limita al chef y su compañera en sala para atender todo y la verdad es que como tampoco se llena el local consiguen dar un buen servicio sin que se resientan los tiempos, al menos si vas a primera hora de la comida como fuimos nosotros.
Los precios se ha subido bastante; ahora no hay carta a medio día sino un menú diario con snack y postre más 3 entrantes y un principal que cambian con frecuencia y con un coste de 30-33-36€ en función de ser laborable, fin de semana o festivo. Hay otros menús superiores en comida y cenas con chacinería y postres más 5 o 7 (los mismos 5, más 2 extras: la sepia y el salmorejo) pases por 40-46€ respectivamente.
Hay una parte de chacinería y de fermentados de elaboración propia que es un añadido a su buena cocina que por cierto ha ganado y mucho en profundidad sobre todo en guisos y caldos seguramente por su influencia de paso formativo por Ricard Camarena.
La carta de vinos es bastante correcta y variada en topos de vinos y en rangos de precios. Nosotros tomamos un Laietà brut nature Gran Reserva (32,50€) servido perfectamente en sus tiempos con descorche (que costó por la presión) cata, llenado de copas y continuado servicio durante toda la comida sin apretar en el llenado de copas. A destacar el carrito de vermuts que hay en carta por su amplia variedad. En vinos por copas si que hay poco donde elegir.
Un muy buen pan, sin coste añadido en factura, sirvió para acompañar el menú "Mundua Fest"; lo que comimos:
. la chacinería: una muestra de 3 elaboraciones, a cada una mejor que la anterior; fueron: pastrami de salmón, salami hecho de vaca con pacharán y café, guanciale de cerdo ibérico; nduja de sobrasada picante (en su punto). Solo decir que un día habría que ir a comer solo chacinería hasta decir basta. Si hubiera "esmorzar" con estos productos habría cola en la puerta.
. marinera: variante de la marinera de Murcia cambiando la ensaladilla por titaina valenciana del Cabanyal consiguiendo un gran producto muy cuidado incluso en la textura de la rosquilleta (rosquilla) que lo sustenta que consigue una dureza ajustada para que no se rompa en mil pedazos con cada bocado. Por encima un poco de bonito (estamos en temporada) en salazón de elaboración propia y coronado por un puntito de mermelada hecha de kumquat fermentada.
. skalivada: berenjena a la llama de base y brandada de bacalao en el centro y el pimiento consiste en una crema de pimiento fermentado
. salmorejo: buen salmorejo rodeado de un escabeche de fresón hecho con vinagre de cerveza negra, más fresas curadas durante 6 meses y rematado con un toque se sésamo
. corvina amb fesols i naps: un buen pescado en lomitos con una base de crema de celleri y wasabi y con un caldo hecho de un arroz con fesols i naps (alubias y nabo entre otras cosas) con una reducción hasta hacerse casi como el antiguo bovril y por encima un chucrut casero que le aporta un toque de acidez que sorprende para bien o para mal.
. sepia, all i pebre ahumado y coppa ibérica: trozos de sepia en un caldo hecho con un all i pebre tradicional con anguila ahumada y se remate con coppa ibérica que es un embutido de elaboración propia con el cogote de cerdo ibérico curado 8 meses
. pochas con pato: un guiso profundo de pochas navarras coronado con jamón de pato de elaboración propia con cierto piunto ahumado, además un puntito de mostaza encurtida y brotes de guisantes
. codillo al kamado, gulash y agridulces: un codillo preparado al horno de kamado con laurel y comino, al lado rematando unas verduras agridulces por los vinagres fermentados en su propia madre.
. melocotón en almíbar: en este caso un melocotón en almíbar tradicional, teniendo en la base una crema del propio melocotón con un bizcocho a modo de tarta de Santiago con un helado de vinagre de arroz y rematado con un trocito de melocotón fermentado alcohólicamente que luego se carameliza. Quedan 3 texturas de melocotón diferentes con sabores muy distintos entre sí.
. como extra (no incluido en el menú) pedimos una opción de postre con chocolate y nos traen tarta con una crema de chocolate, dulce de leche, nueces y una galletita tipo buñuelo y nata montada. Me resultó un bombazo.
No tomamos café pero no racanearon un petit four:
. trufita cremaet: una buena trufa que lleva en la base como una crema de ron. Creativo y muy sabroso además de elaboración propia.
Creo que ha evolucionado mucho y bien la cocina, y se ha enriquecido con esas elaboraciones propias de productos y aunque hay muchos elementos repetidos como vinagres, ahumados y fermentados en general... no dejan sabores uniformes en los platos porque ha ganado mucho en profundidad de guisos y caldos.
En la valoración del precio (más del doble que la última vez) me tentaba dejarlo solo en "7" pero la verdad es que los precios actuales de su competencia me han decidido a mantener el sobresaliente.
chacinas
marinera
skalivada
salmorejo
corvina
sepia
Nueva visita aún con el recuerdo reciente. Sin cambios en la sala ni en los planteamientos. Local casi 100% lleno salvo la mesa más bonita, redonda, para 6 comensales, al principio del comedor, justo al lado de la barra.
Tampoco cambios en la carta de comidas y de vinos, con el menú del día en la puerta de entrada y en papel impreso sobre la mesa, aunque el menú es diferente del que puedes ver en la web (consultar mejor Instagram para evitar sorpresas). Añadir que existe un menú corto (14,50€) quitando dos de los entrantes; el menú largo (19,50€) incluye los 3 entrantes; si es sábado o domingo subre 1€ más por lo mismo; los festivos (¿?) hay un menú de festivo por 21.50€. La opción de carta es muy interesante y mostrará, seguro, mucho más la capacidad y conocimiento gastronómico del chef, pero el menú es muy atractivo en relación calidad/precio y se aprecia en una gran aceptación entre las mesas.
Dos para comer, con el menú largo decidido antes de entrar, que incluye un pan correcto y la alternativa de postre o café. Gustó el vino de la visita anterior (Sentada sobre la bestia 2017) y optamos por no perder el recuerdo y esta vez hasta sobró, a pesar de no tener que conducir. Lo comido:
. pancake de cebolla caramelizada, pastrami y queso de cabra: no muy estético, pero bien de sabor como conjunto aunque el pastrami se pierde un poco.
. crema de calabaza y coco con secreto koreano: servida en frío; se agradecería que el secreto no fuera tan en tiras (3 tiras) para que permitiera comer solo con cuchara y repartido más en cada "viaje".
. croquetón de carrillera y boniato asado: bien de textura y de sabor, la vajilla que facilita el corte del croquetón dificulta la visibilidad del mismo.
. marmitako de bonito, yema de huevo y piparras: muy bien de sabor (lo mejor del día) y texturas; homenaje al origen vasco.
. puchero de garbanzos con pilota: servido en perol individual con buena ración, buena cocción de la legumbre y un poco perdidos los ingredientes referidos (maneta, verduras, etc) salvo la pilota, tanto en fase visual como en fase gustativa. Descartada la lubina, como otra opción probada fué un arroz meloso de pollo a la brasa y alcachofas servido de igual manera, en más amplia ración, con evidencia del paso por brasa pero de nuevo con ingredientes poco visibles.
. tiramisú: correcto, servido en yogurtera. La otra opción solicitada de cambio sobre lo previsto, buscando un final con chocolate, se aceptó y vino sustituido por un sorbete de chocolate, referido como bien.
No hubo cafés pero sí sobremesa para terminar la botella de AquaBona de medio litro. Nos hacemos mayores.
Ultimo acto oficial de la Peña Restauranteros en la bonita ciudad de Valencia, yo ya estaba reventado, alguna baja de ultima hora, normal, las fuerzas flaqueaban, mucha tralla, desde el viernes a la hora de comer, un sin vivir….
Un joven Javi Linares, junto a su pareja Amparo y acompañados de un joven y profesional equipo, han montado esta taberna, Mundua, Mundo en euskera, se nota su paso por las grandes cocinas de Donosti, en la ciudad paso por Gadhus, Nómada y Mar de Avellanes, tras el cierre de este ultimo se ha lanzado a una aventura personal, llena de sabor.
Menú concertado por los sabios organizadores de la Peña, algo ligero, le debieron, tan solo susurrar, porque este hombre no tiene noción de lo que es una comida ligera, es de los míos.
Empezamos un menú de 27€ , que en su mayoría eran cosas para compartir , con algún plato individual , comida de sobra y sabrosa .
Empezamos por unas empanadillas de tomate y bonito , con la masa de siempre , pero adornadas con un toque de mahonesa y bonito crudo , muy sabrosas .
Ensaladilla vasca, bacalao ahumado, piquillo, muy rica, con unos ricos palitroques de pan, estilo la rusa, pero con el toque mundua.
Ensalada(thai) de papaya madura, tirabeques, frutos secos, cebollino, wakame y tomates cherry, debajo de todo ello una brandada de arenque ahumado, y encima de todo unos txipirones Mery, un conjunto sabrosísimo, nos encantó, sabores, texturas como la de la papaya, notable ejecución.
Cangrejo blanco rebozado, con txangurro a la Donostiarra, rico cangrejo blando con un acompañante de lujo carne de centollo, otra grata sorpresa, joder con la taberna….
Pulpo Pekín, con pulpo a baja temperatura, por cierto, de muy buena textura, hacen la elaboración china, con la salsa hoisin, acompañado del pato deshilachado pekin y cubierto con una rodaja de magret, la bomba, este hombre no tiene en su vocabulario, la palabra mesura, cada pase, con mas sabor y todos con buen punch.
Pancake con steak tartar, y cebollita, para seguir en la línea de ligereza, pa habernos matao….
Taco de pollo con mole poblano y pico de gallo, creo que fue mi primer taco de estas características, pese a que no soy muy de picante, y que estaba reventado por el finde, hasta que no me lo acabe, no pare, y de hecho me encanto, ese toque de chocolate y el picante….
Para acabar con algo ligerito …, que no, que no hay manera …guiso de callos de bacalao con huevo poche, que buenos estaban los juputas de los callos, y eso que me pillo cansado, empiezo por aquí el viernes, y todavía estoy untando….
Postres para compartir, de sobra, tarta de queso y miel con helado de turrón y apple crumble, manzana guisada y helado de vainilla, original la tarta de queso, la miel mola.
Para beber unos ricos vinos, sencillos, pero apañados, aquí el amigo Aurelio hecho una mano en la elección, pero confieso que cate los dos primeros, y era tal la sed generada en mi paladar tras el finde salvaje, que me tome tres o cuatro cañitas bien tiradas, hay flaquee …
Una experiencia muy buena , teniendo en cuenta que en otras ocasiones , tras estos maratones , no suelo ni acordarme de lo que cene el sábado , en este caso me dio pena llegar tan cascado , porque aunque disfrute , no lo suficiente para lo que se merece ele trabajo de este local , gente joven , profesional , atenta , local desenfadado , muy recomendable , cocina de sabor , para tragones , eso si….
499,25€ , 10 PERSONAS , chapo , gracias majos .
De fuera vendran y de casa te tiraran. Pues eso, ha tenido que ser nuestro querido Toni que viniendo de Alicante nos enseña a los locales un restaurante en nuestra ciudad y que merece mucho la pena.
No insistiré en los detalles del local y el curriculum del chef porque está todo dicho y bien dicho. El local se llenó prácticamente a lo largo del servicio. En la sala buen ritmo de servicio de platos, bien comentados. Buenas copas, cambio de platos y cubiertos. Manteles individuales y bastante comodidad en las sillas, en un ambiente que transmite calidez y cierta elegancia.
Una carta de vinos suficiente, variada y con referencias interesantes y alejadas de los clásicos vinos facilones. Elegimos Sentados sobre la Bestia 2016 un tinto de coupage, bien servido de temperatura inicial, buen descorche, dado a catar y primer servicio. Previamente una cerveza de presión tostada de las varias opciones que se apuntaron.
La reserva ya incluyó la opción de menú largo, que consistió en:
. snack: wanton con tartar de salmón y arenque: buena textura de la base que permite comer con la mano. Muy agradable y sabroso.
. crema de calabaza asada y butifarra: amplia ración con una crema atemperada, muy elegante, más la contundencia de la butifarra en el centro.
. bao de cazón en adobo y mayonesa de Padrón: un mini bocadillo sabroso muy cumplidor.
. huevo, crema de queso trufada y secreto: contundente entrante con secreto y huevo, bien presentado.
. principal: arroz meloso de pilota y verduritas. Descartados el bacalao y la costilla ahumada, coincidimos en el arroz que fue servido al centro y en perol con ración más que amplia y con los ingredientes integrados en el arroz (no sobrepuestos) en el que nos destacó una presencia cítrica que nos informaron de corteza de limón dentro de la pilota. Buen punto de cocción, buen fondo, un poco más de verduritas me hubiera gustado.
. tarta al whisky: en realidad una deconstrucción servida en potito: buen sabor de conjunto aunque un poco desaparecidos los elementos por separado.
. tarta de cacao y queso con espuma de café: una textura homogénea inesperada por sus componentes, que deja dudas. No satura y se agradece.
En realidad es un postre para cada uno de los dos comensales. Creo que son postres que deberían diferenciarse mucho más entre sí, porque te toca tarta sí o sí.
No hubo cafés ni complementos. El precio del menú (19,50€) no puede estar más ajustado ya que las raciones están muy alejadas de la cocina minimalista y si se resta el costo de la parte líquida da una RCP muy notable. Sitio a seguir en su crecimiento y para visitar con frecuencia en su menú; de momento los tres que hemos ido hemos coincidido en todo.
Gracias Antoni por hacernos conocer este local. De las mejores relaciones calidad-precio para mí en este momento en Valencia. Local descrito, acogedor, buena separacion de mesas. Excelente el trato y mucha profesionalidad en sala,con ganas que el cliente disfrute y esté a gusto. Y lo consiguen.
Lunes-viernes 2 menús 14,5 y 19,5 snack, uno o tres entrantes, principal y postre. Opcion de arroz individual en el plato principal,de agradecer. Opción de carta por la noche y tiene muy buena pinta.
Todos los platos generosos en cantidad.
Dos cervezas una tostada y una rubia de estrella galicia bien tiradas.
snak croqueta con jamon de pato. Rica nada aceitosa.
Gazpacho de cereza con bonito(tartar) y pesto. Fresco sabroso, fenomenal para abrir boca.
Mar y montaña de salmon y salsa de papaya, salmón en su punto y panceta? Con una salsa de papaya contrastando, muy acertado.
Mini burger con cebolla caramelizada. Rico.
Elegimos arroz con carrillera y calabaza, bien de punto y sabor. Servido en perol individual y calamarcitos rellenos de blanquet con escalibada.Sabor y punto en los calamares potenciado con el blanquet, de fondo de plato una tradicional escalibada.
Los dos postres que había, Bollicao y cornete de vainilla y queso stilton, este no nos sedujo demasiado, difícil combinación por la potencia del queso. El Bollicao muy rico, un pan de leche blandito relleno de choco y de fondo de plato parecía un dulce de leche o un toffe en crema a modo de untar, para muy golosos.
Pedimos una copa de vino, bien servida y ojeamos la carta que es suficiente en opciones. Posibilidad de vino por copas. Agua,fanta,dos cafes y pacharan remataron la faena.
Nos gustó mucho, para seguir de cerca.
Desde hace apenas un par de meses ha empezado a resonar con fuerza en el panorama hostelero de Valencia el nombre de este restaurante: Mundua. Arranca desde la sencillez y la humildad, aunque ello no ha evitado que se haya hecho sentir entre quienes seguimos la actualidad gastronómica de la capital del Turia. Al frente del mismo se sitúan Amparo y Javi. Ella atiende en sala de manera eficaz y agradable. Él oficia en cocina y, a pesar de su juventud y según se puede leer en algunos artículos, cuenta con una dilatada experiencia en algunos de los gastro restaurantes de más éxito en los últimos años en Valencia: Mercat bar de Quique Dacosta, Nómada de Begoña Rodrigo, pero, sobre todo, el restaurante Gadhus de Alfonso Gallego donde ya tuve oportunidad de probar su cocina.
El local se encuentra en la zona de Cánovas, en plena barriada de l’eixample y muy cercano al concurrido barrio de Russafa. Se trata de un bajo comercial de gran profundidad y pocos metros de fachada, pero que se ha sabido decorar con gusto consiguiendo evitar el “efecto tubo” que suelen transmitir los locales con esta planta. Colores cálidos, madera y una combinación perfecta entre elementos de carácter más rústico (la gran puerta o las vigas de madera) y tradicional con otros mucho más actuales (las sillas, las lámparas, etc).
Fuimos a comer a mediodía el día 18 de marzo en plenas fiestas falleras. La reserva se hizo telefónicamente no muchos días antes, pero la verdad es que el local presentaba un lleno absoluto. Mesa redondita para dos personas, un pelín pequeña, aunque tal defecto se solventa a la perfección con la mesa auxiliar que hay junto a ésta y que nos permite dejar el vino, el pan, etc.
Nos ofrecen el menú en el que cada comensal debe elegir el segundo (entre tres opciones) y el postre (entre dos propuestas). Los entrantes, tres, ya vienen marcados por cocina y son para compartir. El precio de 19,50 es inmejorable. Decidimos compartir todo:
- Empanadilla de titaina: Pequeño aperitivo de cortesía. Es una empanadilla frita de cobertura extremadamente fina y crujiente y con un relleno muy típico de la ciudad, especialmente del barrio del Cabañal: la titaina, elaborada con tomate, pimiento rojo, atún y piñones. Muy rica.
- Mincho de Almussafes y queso de cabra: El bocadillo Almussafes se prepara con sobrasada, cebolla pochada y queso y ha conseguido hacerse famoso en la mayoría de localidades de la provincia. En Mundua se sustituye el pan tradicional por un mincho o coqueta de dacsa (coca de maíz) y se usa el queso de cabra que llega bien fundido y perfectamente fusionado con el resto de ingredientes. Se corona con unos brotes que dan frescura y vistosidad al conjunto.
- Ceviche de mejillón y txipirón: Una pequeña degustación de un peculiar ceviche por el uso de unos productos menos convencionales y por un aliño también diferente en el que prevalecen los toques del jengibre por encima del habitual sabor a cilantro. Original.
- Huevo a baja temperatura con blanquet y tirabeques: El huevo se presenta rebozado en panko y frito sobre los tirabeques levemente cocinados y el fondo que se ha preparado con el blanquet, embutido típicamente valenciano. Si bien la cobertura resulta un tanto gruesa y algo “basta”, el conjunto ciertamente está rico.
- Cuando pensamos que vamos a pasar a los segundos, no sirven unos tacos de pollo con mole, que no figuraban en el menú. Nos dicen que alguien que sabe de nuestra estancia hoy aquí (enseguida sé muy bien quien es) se ha encargado de llamar y pedir al equipo de Mundua que nos saquen algún plato más. Los tacos están riquísimos con una rica base de tortita de maíz y un relleno abundante y sabroso.
- Arroz meloso de ave y roget: Destaca sobre todo el fondo sápido del arroz que está muy conseguido y sustancioso. El grano, sin embargo, aunque sigue entero, está un tanto pasadito de cocción aunque existen tantos gustos sobre el punto de cocción de los arroces como comensales somos sobre la faz de la tierra.
- Segunda sorpresa (y esto ya parece una broma pesada por lo llenos que empezamos a estar): hamburguesa de pulled pork. Perfecto el bollo o pan el que se presenta el bocata, esponjoso y con un leve toque dulzón, y riquísima la hamburguesa al estilo pibil.
- Alubias con conejo y manitas de cerdo: Segundo principal que habíamos elegido junto al arroz. Se usan las alubias negras, el conejo desmenuzado, y la carnaza de las manitas que ejerce como ligazón aportando melosidad y sabor. Se contrarresta la contundencia del plato con unas piparras encurtidas que aportan frescura y acidez. Plato de cuchara delicioso.
- Xocolatà y bunyols de carabassa: Los bunyols constituyen uno de los bocados dulces más representativos de la repostería valenciana. En fallas se toman por toneladas y Javi Linares rinde aquí un sentido homenaje con su versión que supera claramente a la mayoría de los que se sirven en los puestos ambulantes que te encuentras por doquier. Esponjosos, exentos de grasa y con un corazón de crema de calabaza delicioso.
- Torrija de horchata: Rica también, aunque, llegados a este punto, andamos ya muy justitos de apetito. Totalmente artesanal, muy jugosa. Lástima llegar así, jeje.
La carta de vinos no es muy larga, pero tiene interesantes propuestas que no se suelen encontrar fácilmente. Tomamos una botella de -, un blanco valenciano elaborado con variedad merseguera que tomo habitualmente en casa, pero que pedí aquí porqué me encanta y quería que lo probase quien me acompañaba en esta ocasión. Después tomamos una botella de “el Marciano 2016” de Alfredo Maestro, vino natural elaborado con uva garnacha de la zona de Gredos que hacía tiempo que no probaba y me volvió a encantar.
En esta ocasión no hubo cervezas iniciales, pero sí cafés para terminar. Téngase en cuenta que en el precio final que se indica no se incluyen los dos platos gentileza de nuestro “admirador secreto”. Aun así, la RCP, me parece realmente buena ¡Y en plenas fallas!
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