Restaurante L'Almàsera en Margarida (Planes de la Baronia)
Restaurante L'Almàsera
País:
España
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
28,50 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
34 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
8.5
Precio medio entorno ENTORNO
7.4
RCP CALIDAD-PRECIO
8.5
Carrilleras
Crema de remolacha
Longaniza de Pascua, moscatel y limonada
Opiniones de L'Almàsera
OPINIONES
4

Llegar a Margarida es vivir la calma, ambiente que Michael plasma en sus fogones. Cocina calmada, producto cercano y elaboraciones sencillas pero conseguidas son la marca de la casa.

Local de decoración tradicional con cocina a la vista y terraza en la misma linea. Nosotros comimos dentro.

La carta muestra 2 menús, el degustación (27,5€) y otro más corto con un par de entrantes, que acaba en unas cocas (15€). Nosotros tomamos el degustación que como plato principal permite elegir a cada comensal entre una lista de 10 platos aproximadamente.
Paso a detallar lo comido, los nombres los invento un poco:

* Tosta con embutidos de la zona sobre queso cremoso: Una rebanada de pan casero, horneado ese mismo dia, hace de base para degustar una mezcla de embutidos tipicos de la zona, donde destaca un crujiente de morcilla y un lomo de cerdo semifrio.

Sopa/crema de tomate: A modo de vaso se sirve esta sopa que me recuerda a la salsa de tomate de mi abuela. Una salsa que se hace dejando confitar a fuego lento el tomate. Acompañada por otro pan de trigo esta vez. Lo del pan es de vicio en este sitio. La crema ligeramente picante, un poco demasiado para todos los públicos.

Pescado del día: Pues este día tocó un salmón marinado a la perfección, con soja, miel. Fantástico, buena ración, fresco, sabroso. Mi mujer lo pidio pasado por la plancha y estaba rico también.

Ensalada: Producto fresco y aliño fantástico con una vinagreta de frutos del bosque.

Solomillo de ternera asturiana con salsa de vino: Este fué mi principal,muy buena carne, pero a mi gusto falta de sal y con una salsa y guarnición que no me decía demasiado.

Cordero Mozárabe con cous-cous:Principal de mi mujer. Se me olvida algo del nombre del plato. Cocido durante horas se deshace en la boca, muy buen sabor, acompañado del cous-cous de verduras.

Variado de tartas: Para acabar de rebentar sale a la mesa un variado de tartas que no acabamos a acertar de que son, servidas con dos bolas de helado cssero muy bueno. Tartas nada empalagosas, buscando una reposteria más "sana" y con predominio del dulzor que aporta la fruta.

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La carta de vino es escueta, precios subiditos de tono. Las copas aceptables pero diferentes entre mesas. Hubiese disfrutado más el rosado con las de la mesa de enfrente.

Tomamos un Roigenc 2014 de Monsant. Servicio de prueba y primera copa y mantenido en enfriador de piedra que no aguantó todala comida a temperatura adecuada.

Con un café y un par de aguas 90€

Repetiremos la visita, teniendolo tan cerca de Alcoy, realmente vale la pena

Si vas a Calatayud, pregunta por la Doloooores, pero si vas de escapada a la montaña de Alicante, pregunta por Michael (un alemán con alma Mediterránea). Como me preceden valoraciones de dos ilustres Restauranteros, con unas crónicas más que completas, voy a ir al grano.

Para mí L’ Almàsera de Margarida es un lugar especial, regentado por alguien especial que te prepara una comida especial… ¿Qué tiene de distinta? Pues que con lo que da la tierra más cercana, con el más natural producto local, Michael prepara platos con toques de otros lugares (en ocasiones de su Alemania natal y a veces algo más oriental).

Así te encuentras con el “Menú Margarida” a medio día de “cositas fresquitas”, como él mismo describe en su carta. Por 12 € Una crema fría, una ensalada a compartir, un par de cocas de espelta y postre casero. Las bebidas aparte.

Por la noche sirve a la carta, breve pero buenas propuestas que quizá te dicen menos al leerlas que cuando las pruebas. Comprende entrantes y platos principales de carne o pescado del día (estamos cerca de Denia, por el paso entre montañas).

Vinos básicos pero bien elegidos
La carta de vinos es corta, con referencias básicas pero bien elegidas, huyendo de las opciones más clásicas. El recargo en el precio de los vinos es un pelín alto, no obstante su inmejorable RCP en el apartado de la comida, equilibra la cuenta final. Las copas de calidad. El servicio se limita a la presentación, prueba y primer relleno, para mí suficiente.

Como queríamos mostrar a nuestros amigos algo más, pedimos el menú y un par de aperitivos extra y esto es lo que resultó:

Salchichas con col lombarda adobada, cebolla caramelizada y yogur, sobre medio panecillo tierno. Primer entrante sorprendente, más si lo comes que si lo ves… Este hombre hace las cosas sencillas muy deliciosas, son sus aliños, sus adobos, sus combinaciones…

Montadito de lomo sobre patata asada, con un suave ajo aceite y pasas. Nuevamente un bocado (o tres).

Empieza el menú Margarida con la crema fría, a elegir entre gazpacho, o la crema de melón con pepino y yogur. Esta última es la que yo elegí y quedé tan encantada que ya la he preparado el fin de semana en casa. Fresca preparación que con el pepino diluye la dulzor del melón y con el yogur obtiene cremosidad y ese punto de acidez (mínimo pero adecuado). Lo presentó en vasito con un cohombro ensartado en banderilla. Todos al unísono: buenísima.

Sigue una ensalada normal… normal si no fuera por el aliño, con mezcla de aceite local, distintos vinagres, sal, azúcar y algo más (jejeje). Apetece tanto en esta época…

Como principal, las cocas de espelta a elegir dos de entre la de pescado (atún fresco), carne o verduras. Insisto, algo tan sencillo y tan rico… La base de espelta crujiente, compacta pero sin estar apelmazada. Las verduras pochaditas acompañando la proteína principal, el atún o el lomo.


Por último llegó el postre: una coca de almendra esponjosa, con inyección abundante de un buen chocolate cremoso (¡madre mía! escribo esto antes de cenar y estoy salivando…), acompañado de helado de vainilla, una bolita de helado envuelta en capa crujiente de choco y una cereza de 2013 macerada en licor y bañada en chocolate también (¿Mon Chèri?).

Un vino especial por mi onomástica
Empezamos bebiendo unas cervezas friiiassssss. Seguimos con un refrescante cava brut rosado Carlota Suria de Pago de Tharsys. Luego un sencillo, pero cumplidor, godello Neno y rematamos con un discreto tinto Habla de la Tierra.

Contamos con la anuencia de Michael para traer un vino que nos apetecía compartir en el día de mi santo. Del viaje a Francia nos trajimos un dulce muy especial: Moelleux 2009 de Domaine du Clos Naudin de la Appellation Vouvray. Foreau es uno de los elaboradores de referencia en el Loira, un maestro de la Chenin Blanc.

Sobremesa en la terraza
Luego salimos a la terraza a “estar”. Y allí estuvimos un buen rato, disfrutando de la agradable brisa, de las vistas al valle, de unos gin-tonics y de la compañía.
Si te apetece ver el relato completo y con fotos, puedes visitar el blog pinchando en este enlace
http://www.vinowine.es/restaurantes/donde-comer-en-la-montana-de-alicante.html

Las comarcas interiores alicantinas constituyen un paraje encantador desconocido incluso para muchos “lugareños” que viven junto al mar Mediterráneo, lugar donde se concentra el mayor porcentaje de población de la provincia. Los planes de inversión de las administraciones públicas en estos años ya lejanos de bonanza dejaron una red de carreteras mucho mejor de las que habían (téngase en cuenta que se trata de vías que transcurren entre valles y montañas) y unos núcleos urbanos con mucho encanto (adoquinado de las callejuelas, alumbrado público, parques, restauración de iglesias y campanarios…). Estamos hablando de numerosos pueblos pequeños cuya población oscila entre veinte y trescientos habitantes en la mayoría de los casos, situados en la falda de imponentes sierras o en pequeñas colinas, con paisajes idílicos en los que se alternan los pinares, las encinas y los campo de cultivo de secano como el olivo, el cerezo o el algarrobo. Yo soy de los que no me cuesta nada montarme en el coche y recorrer estas carreteras sin rumbo definido pero con buena compañía. Y, si a todo ello sumamos la proliferación de pequeños restaurantes, éste es un destino muy apetecible en días de vacaciones y ocio. Estos locales son una apuesta muy personal y no exenta de riesgo dirigidas al público del fin de semana que poco a poco va conociendo la zona (el boom del senderismo ha contribuido en gran parte a ello) o a los extranjeros residentes en la provincia que han sabido captar el encanto de la montaña mucho antes que los que nacimos aquí (nórdicos, alemanes, ingleses…). Sus propietarios son personas con iniciativa, con pasados muy diversos, con cierto aire bohemio y, sobretodo, en busca de una vida más relajada y en contacto con la naturaleza.

El pasado día 28 fue un día extraño en la CV. Cada año celebramos el día de San Vicente Ferrer el segundo lunes después de la Pascua, santo que cuenta con gran devoción en estas tierras. Son pocos los años que el gobierno de la Comunitat marca en rojo la fecha en cuestión, pero existe mucha tradición a hacer fiesta y salir a comer a las segundas residencias, al campo o en el restaurante tal día como éste. Muchas empresas cierran ya a mediodía y siempre es festivo para los escolares y universitarios. Mi grupo de amigos, sin embargo, no tuvo suerte este año y sólo quedamos dos para ir a comer. Aún estaba reciente la valoración en el blog de Jose Ruiz, Ana Juan y sus amigos, (Vinowine), sobre uno de esos restaurantes que describía en el párrafo anterior y decidimos dirigirnos hacia allí. El pueblo de Margarida es un claro ejemplo de lo que hablaba: muy chiquitín, con cajuelas estrechas y fachadas en las que se combinas el blanco, clores más vivos y piedra natural, rejas y faroles de forja, grandes puertas de mobila vieja, jaulas de jilgueros o canarios en las ventanas, macetas con plantas… y rodeado totalmente de valles y montañas imponentes.

L’Almàsera es una casa situada en una de las laderas del pueblo que se aboca directamente al valle lo cual permite unas vistas buenísimas. Se trata de una casa rural junto al parque infantil y la piscina del pueblo y un restaurante en la planta baja decorado con cariño y con la gracia de combinar elementos de estilos bien variados: rústico, kitsch, ibicenco… Nos encontramos a la entrada un amplio vestíbulo con butacas para tomar un aperitivo o una copa, un bonito salón a continuación y una terraza al fondo con diferentes niveles y nueva mezcla de muebles y estilos. Allí fuimos alojados bajo la encantadora sombra de un “parral” de vid. Nos recibió, nos atendió, nos cocinó y nos despidió Miguel (Michael) ya que, como nos comentó al final, Inés no estaba demasiado bien ese día y un poco agotada por el ajetreo que han tenido durante la Semana Santa. Su trato es amable y correcto al principio y desenfadado y dicharachero al final de la comida cuando percibe que así lo admite el cliente. Conoce bien esta tierra, sus gentes, sus productos de los cuales intenta abastecerse e, incluso, su idioma que ya empieza a dominar. Se le nota contento de su trabajo, disfrutando de este lugar, de ejercer de anfitrión… feliz de haber cambiado Alemania por Margarida.

La carta ofrece una especie de menú del día y un menú gourmet por 22 € el cual tomamos. Fuera de ellos sólo hay cinco o seis propuestas. Tomamos unas Alhambras Especial y comenzamos:

- Pinchito con longaniza de Pascua, mistela y limonada: La longaniza de Pascua es un embutido típico valenciano curado, similar al fuet o espetec pero mucho más delgada y seca. Suele llevar bolitas de anís incrustadas. La mistela y la limonada se presentan de forma combinada en daditos gelatinizados. Muy buena concepción pues lo uno ayuda a masticar lo otro y le resta sequedad. Tanto la longaniza como la gelatina con sabores muy logrados. Un buen comienzo.

- Crema de remolacha: Servida en copa de cava, siempre me resulta atractivo el color chillón de esta hortaliza y de las cremas que con ella se elaboran. Ésta me pareció con diferencia la mejor que he probado. Se “domestica” su potencia con cebolla, patata, manzana y leche de cereales y cada sorbo que tomo confirma la calidad de la misma. Nos la sirven fría y enseguida intuyo que un pelín todavía más fría debe de ser una auténtica gozada en los calurosos días del verano alicantino. Adictiva.

- Ensalada: una gran fuente con variedad de brotes y lechugas ecológicas y unos crujientes de queso y pequeñas rodajas de fresas como elementos distintivos y potenciadores de sabor. Nos llega ya aliñada desde cocina pero es éste un buen momento para dejar constancia del buen aceite y el magnífico pan casero que se deposita en la mesa al comenzar el menú. Ello constituye una prueba más de las ganas de ofrecer al comensal cosas cuidadas y productos de calidad.

- Lomo de merluza con emulsión de hinojo y sus espinas: Buen taco de pescado, perfectamente desespinado y fileteado y con un riquísimo caldo que algún otro ingrediente más de los citados debe llevar (no me atreví ya a preguntar más tras el interrogatorio sobre la crema de remolacha). Por ponerle un pero yo dejaría reducir un poco el caldo para conseguir una textura más espesa en la salsita. No por el sabor final de la misma, muy conseguido ya así, sino por poder disfrutar aún más del plato.

- El plato de carne puede elegirse entre tres opciones, muy atrayentes todas ellas: elegimos Carrilleras de ternera estofadas y Cordero (ando yo hoy un poco despistado con los nombres de los platos). Ambas elaboraciones, de corte más bien clásico, estuvieron a buen nivel y se acompañan de una guarnición abundante (puré de patatas, calabaza asada, pimiento, puerro…). Platos contundentes que nos dejaron un pelín saciados en exceso. Imagino que nadie se va con hambre de esta casa.

- Postres: Mouse de yogur y mango y Tarta de tres chocolates con fresas y reducción de fondillón: El remate. Si bien el primero era ligero y fácil de tomar, la tarta era potencia pura y, aunque muy chocolateros ambos, tuvimos que dejar dos bocados en el plato. Curioso el toque de guindilla que lleva la tarta en una de sus capas y que yo no percibí. Dudé incluso si se trataba de una broma del ya por aquel entonces amigo Miguel (Michael).

La carta de vinos es corta y se centra en los vinos alicantinos aunque hay algunas referencias de otras DO. Tomamos una botella de Peña Cadiella, un coupage interesante de Merlot, Cabernet Sauvignon, Monastrell, Tempranillo y Giró (nuestra garnacha valenciana) con 6 meses de barrica que elaboran en la bodega “Vins del Comtat”. Estaba a temperatura ambiente y, en un día caluroso como éste, EMHO le faltaba un pelín de temperatura. Con los postres fuimos invitados a unas copas de vino dulce.

Podéis consultar más información y ver otras fotos en el blog que he citado anteriormente en la entrada L’Almàsera de Margarida. Muy aconsejable. Como conclusión sirva el hecho que ya he aconsejado a algunos amigos y conocidos visitar el lugar. Creo que es un complemento perfecto a la visita turística de la montaña alicantina o para cualquier actividad deportiva que puede desarrollarse en los alrededores. Un local para comer sin prisas y apto “para todos los públicos” (familiar, pareja, amigos…). Danke Michael.

  • Carrilleras

    Carrilleras

  • Crema de remolacha

    Crema de remolacha

  • Longaniza de Pascua, moscatel y limonada

    Longaniza de Pascua, moscatel y limonada

El restaurante está ubicado en un antiguo molino de aceite del siglo XV. De ahí su nombre L’Almàsera, almazara en valenciano. A la vez es también casa rural y ofrece apartamentos turísticos.

Quienes restauraron este edificio lo hicieron con gran respeto por la tradición local y con mucho gusto. Para decorar, añaden a los elementos rústicos otros étnicos, más cuadros y otras obras de arte que están en exposición y a la venta.Michael atiende la sala de L´Almàsera de Margarida (Alicante)

Dispone de un comedor interior y de una terraza exterior con magnificas vistas al valle, pero que no guarda la cuidada trama decorativa interior. Las mesas suficientemente separadas, sin vestir completamente, sólo con manteles individuales. Las sillas cómodas. La cocina está abierta, a la vista del comensal.

Entorno relajado y sosegado que invita a disfrutar de la tranquilidad que propician estos pueblos de interior, apartados del turismo costero de masas. La belleza del paisaje del incipiente otoño me provoca una sensación de tranquilidad, sosiego y paz.

Michael ejerce de cocinero y también en la sala, con acertados consejos y precisas explicaciones sobre los platos que ofrece. El servicio es cercano, natural y acogedor. Se ayuda de Inés en la cocina, contable convertida a cocinera, natural de Jávea que también sucumbió al encanto de estos pueblos de interior. Forman muy buen equipo.

Procuran abastecerse de proveedores próximos, seleccionados por su calidad y especial cuidado en aquello que hacen. En la mayoría de las ocasiones se trata de productos ecológicos y naturales. Nos contaba Inés que tienen un pequeño huerto propio y le gusta pasearse por el entorno y recoger verduras salvajes.

Ofrecen una cocina basada en el buen producto con guiños al recetario local. Su cocina tiene algo de fusión, de reinterpretación y de nuevas combinaciones, de productos y platos tradicionales presentados de otra manera.

Ofrecen una carta corta, pero interesante, que consta de un par de ensaladas, cuatro o cinco entrantes, otros tantos principales y un par de postres caseros según temporada.

Dada la demanda de los clientes, ofrecen tres menús distintos que cada semana cambian en función de lo que mejor prové el mercado.

El menú Almàsera, por 16 €. Consiste en una ensalada, entrante, principal y postre.
El menú gourmet degustación por 22 €. Consta de aperitivo, ensalada, dos entrantes, principal a elegir entre dos o tres opciones y postre.
El menú de noche de tapeo por 16 €. Selección de tapas del cocinero.

Acompañan estas viandas con un tierno y sabroso pan de elaboración casera

La carta de vinos es muy escueta, apenas una docena de referencias, aunque también tenía otras propuestas fuera de carta. La organizan por tipos, indicando su procedencia geográfica y una breve descripción y cata de cada uno de ellos.

La cristalería adecuada y el vino se sirve a temperatura correcta. El servicio del vino sigue los rituales mínimos de presentación, prueba y primer relleno, para luego funcionar en régimen de autoservicio.

Optamos por el menú gourmet degustación

Crema de coliflor y boniato con rizos de bacon ahumado. Al servirnos este entrante y probarlo, busqué la mirada cómplice de Ana, sabíamos que era un buen presagio. Si el resto de la comida, estaba a la altura de esta elaboración, íbamos a disfrutar y, así fue. Una fina crema, en la que predomina el sabor de la coliflor suavizada por la dulzor del boniato, graciosamente contrastada con el crujiente del bacon y su potente aroma ahumado.

Ensalada de otoño con manzanas y pastel de poltrota y espárragos verdes. Mezclum de hojas verdes, finas láminas de manzana, cacahuetes garrapiñados, acompañadas de una terrina de pasta de poltrota trufada de crujientes espárragos verdes. La pasta del embutido quedaba muy suave y armonizaba acertadamente con el resto de acompañantes.

Minxo de verduras del bancal y salazón. Plato típico de la gastronomía propia de la comarca de los valles de la Marina y de Alcalá. Torta de maíz acompañada de acelgas y melva en salazón. Sin sorprender pero muy buena ejecución.

Bonito con col lombarda. Buen producto y bien cocinado, tan sólo algo más que marcado y rebozado con crujiente y tostado sésamo. La col estaba aderezada con una original salsa que le daba un contrapunto dulce y combinaba a la perfección con el túnido.

Principales a elegir: conejo relleno, carrillera de ternera o cevapcici de cordero. Mi elección fue el conejo que estaba relleno con magro de cerdo y acompañado con una suave salsa de salvia. Aunque probé los tres y todos muy correctos, tal vez el más original y el que más me gustó fue el cevapcici de cordero, unas albóndigas de cordero deliciosas.

Postre casero: tarta de manzana y nata con canela. Buena ejecución y combinación. Cath disfrutó de un postre algo más especial: un bizcocho bañado con una reducción de fondillon, acompañado de helado de toffee. Estaba muy bueno ¿que por qué lo sé? pues porque también lo probé… si es que soy un… “metecucharas”

Empezamos la comida con unas cervezas, seguimos con un correcto Cava brut rosé, Dominio de la Vega y un sabroso, potente y mineral Caliza 2009 de Marques de Griñon, un coupage de syrah y petit verdot que hacía tiempo no bebía y que me encantó reencontrar. Después de los cafés, y por gentileza de la casa, rematamos la sobremesa con Maigmó de Vins del Comtat. Un dulce, moderadamente dulce, monovarietal de monastrell.

Recomendable restaurante en un bonito entorno, con trato muy agradable y una cocina sorprendente que no te dejará indiferente. Parece que los foráneos saben apreciar lo auténtico de nuestra tierra…

Post completo ilustrado con fotos en: http://www.vinowine.es/restaurantes/lalmasera-de-margarida.html

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