De más reciente construcción en un monasterio con amplia historia, apartado de cualquier lugar aunque muy cerca de la salida de los cruceros fluviales por el Sil y en un entrono de bosque virgen que da miedo alejarse de los edificios porque no sería raro hasta encontrar algún oso pardo.

El edificio es majestuoso y la rehabilitación ha mantenido su historia con techos muy altos, spa sobre maderas en las piedras... Buenos salones, recepción y espacios comunes.

Las habitaciones son amplias, con buen ropaje, buenas almohadas: baños amplios aunque con bañera antigua y sin amenities pero con muchos servicios de jabón y gel distribuidos por el baño. mesa de trabajo y televisión de buen tamaño.

Los desayunos muy espectaculares desde el entrono exterior en el claustro (unas solicitadas pocas mesas) hasta las máquinas de café; buena materia prima y buen servicio de platos  alientes a demanda. Hay calidad y hay productos típicos locales aparte de la consabida e imprescindible de probar, tarta de Santiago.

El spa (se paga aparte y requiere horario) es de lujo con todo lo que espera de circuito incluidas sales para baño de pies. El jacuzzi exterior es una auténtica pasada y merece estar pendiente de que se vacíe y disfrutar de las burbujas y del paisaje de bosque que tienes delante.

El precio es muy variable de noche de sábado a noche de lunes, oscilando entre 130 y 230€ por noche, oferta para los Amigos, inclusión de desayuno o media pensión... Merece la pena elegir bien las fechas.

El Parador de Santo Estevo****, o Monasterio de Santo Estevo, es una joya arquitectónica cuyos orígenes datan del siglo VI y VII, Ha sufrido modificaciones hasta el siglo XVIII. Del románico al barroco los estilos se entremezclan entre sus claustros y salones. Posee tres claustros de gran belleza, un románico, un gótico y un renacentista. Forma parte de los hoteles monumentales e históricos de Paradores, en el año 1923 fue declarado monumento histórico artístico.
Su situación, en el corazón de la Ribeira Sacra, es excepcional. El espacio natural que forman los rios Miño y Sil, es una verdera maravilla, hay infinidad de senderos a pie y rutas en coche a realizar por toda la Ribeira Sacra. El Parador posee también un bosque de robles y castaños centenarios donde se puede uno pasear y descubrir algunos vestigios de su historia. Efectuan una vez a la semana, a las 11 h de la noche visitas teatralizadas muy interesantes del Parador a cargo de un guia-actor, muy bueno, que finalizan con una buena queimada.
El hotel dispone de 77 habitaciones, entre standards, superiores y suites. Todas ellas son distintas y tienen vistas a los bosque, a los cañones del Sil y a la plaza de la entrada al monasterio, donde hay un parking subterráneo gratuito. También dispone de un SPA de pago, un restaurante (Dos Abades) y una cafetería (ver comentario www.verema.com/restaurantes/108276-dos-abades-parador-santo-estevo-nogueira-ramuin#ficha), innombrables salas, pasillos y salones donde perderse, 6 salas de reuniones y eventos, y conexión wi-fi gratuita en todo el hotel.
Estuvimos alojados, en régimen de alojamiento y desayuno, en una habitación standar de matrimonio, con dos balcones y vistas a la plaza de entrada al Parador. La habitación era moderna, de una superficie de unos 40 m², estaba bien insonorizada, con una cama king size, un escritorio, 2 sillones, una pequeña mesa de centro, un vestidor, dos espejos de cuerpo entero, un gran armario, caja fuerte electrónica, wi-fi gratuito, suelo de parquet y TV de pantalla plana 32". El cuarto de baño disponia de bañera- ducha, dos lavabos, secador de pelo, espejo de aumento y abundantes amenities, buenas toallas.
Los desayunos de tipo buffet fueron excelentes, productos de buena calidad, fríos y calientes, salados y dulces, zumo natural de naranja y café nespresso o casero y gran variedad de buenísimos panes gallegos.
El único problema que tiene este Parador es que al estar apartado del mundanal ruido, si no quieres comer en el restaurante o en la cafetería, tienes que hacer bastantes Km. por pequeñas carreteras de montaña para encontrar un restaurante mas o menos potable.
La cuenta ascendió a 104,67 €/habitación en régimen de alojamiento y desayuno en oferta Amigos de Paradores (Dos mejor que una). El precio normal de la habitación en este régimen hubiera sido aprox. de 150 €, que es el precio que voy a hacer figurar en la cabecera descriptiva de Verema. El hotel me parece muy recomendable, vale la pena hacerse miembro de Paradores para disfrutar de las ofertas, que son muchas. Volveremos.

El pasado sábado teníamos una boda en este parador y, a pesar de que existía la posibilidad de volver a Ourense en autobús, decidimos pasar la noche allí.

El enclave es espectacular, el edificio tremendo y la restauración del mismo, para mí, ha sido bastante comedida.

Las habitaciones son rústicas a la vez que elegantes, las camas cómodas y los baños están perfectamente equipados.

Recomiendo encarecidamente este establecimiento porque pasamos una velada maravillosa y una noche muy agradable.

Lo descubrí hace unos años y desde entonces es parada obligada en mis rutas por Galicia.
El Parador se halla en un monasterio que estuvo activo desde el Siglo VI hasta el XIX, hasta el momento en el que le afectó la desamortización de Mendizábal. En 1923 fue declarado Monumento Histórico-artístico, pese a lo cual no se salvó de caer en la ruina y durante muchos años sólo se utilizó el ala Sur, como escuela local y vivienda del párroco. El resto del monasterio quedó abandonado y prácticamente sólo quedaron en pie las paredes.

Si no recuerdo mal, en el 2004 termina la restauración y se inaugura como Parador Nacional.

Realmente impresionante, en un entorno fantástico cerca de los cañones del Sil, bastante aislado y con accesos no muy cómodos, merece la pena ir a conocerlo y pasar unos días de absoluto relax y descanso, o simplemente, como suelo hacer yo, utilizarlo como "centro de operaciones" para moverme por la Ribeira Sacra.
A destacar la cuidada restauración. Dignos de visitar los tres claustros -impresionantes- que conserva. Cuando lo habitual era derruir el claustro de épocas anteriores para levantar uno mayor y más moderno, en este monasterio se respetaron los antiguos, por lo que hoy en día es posible pasear por el claustro románico, el gótico y el renacentista, siendo este último el que más dañado se encontraba y en el que se ha llevado a cabo la restauración más vanguardista, incluyendo una pared de cristal que intenta respetar, dentro de lo moderno, el ambiente del claustro. A mi modo de ver, que no suelo ser muy amigo de estas mezclas, el efecto conseguido es positivo...

Los servicios del Parador son los habituales en este tipo de establecimientos, incluyendo un pequeño spa del que no voy a hablar porque no lo he llegado a utilizar.

El entorno es fabuloso y permite realizar diferentes rutas de senderismo y disfrutar de unas vistas privilegiadas. Simplemente saliendo por la puerta exterior de la cafetería puedes dar un paseo por un pequeño bosque de robles centenarios que realmente merece la pena, donde incluso se levanta un antiguo castro celta que ya reconocía el lugar como "mágico". En este mismo bosque de carballos se alzan las ruinas de lo que fue en su día la impresionante cocina exterior del monasterio, con los hornos de pan todavía visibles y una espectacular chimenea en granito. Una pena que no lo hayan restaurado también.

Los salones del hotel son dignos de visitar. Las vistas desde el antiguo infirmatorium impresionantes también. El servicio realmente amable y atento. Y el restaurante grandioso en si mismo.
Ubicado en las antiguas caballerizas, se puede bajar andando (2 pisos) o en un cómodo ascensor. Como el monasterio se levantaba en pendiente, esta estancia tiene una altura impresionante con un techo abovedado precioso. La cómida es típica gallega y aunque la carta de vinos podría ser más amplia, satisface al visitante que busca vinos locales o los típicos de otras DO más habituales. El precio del restaurante no es exagerado, sobre todo si estás alojado, ya que entonces tienes opción de elegir un menú de 30€ con casi todos los platos presentes en la carta.

Un sitio increible que no me he cansado nunca de recomendar y al que siempre vuelvo.
¿una asignatura pendiente? Ir un fin de semana de invierno, con los montes de alrededor nevados, y disfrutar de la tranquilidad, del sosiego del lugar y de un ambiente de serenidad realmente monástico.
Una delicia.