Silencio entre naranjos

Bonito hotel que combina zonas de arquitectura y mobiliario de vanguardia con otras de ambientes más provenzales (la antigua masia).
El entorno es precioso, naranjos, pinos, palmeras, algarrobos....y silencio, mucho silencio.
Las habitaciones, que por cierto llevan nombre de variedades de naranja, son amplias, cómodas, muchas con terraza y con detalles muy cuidados.
La zona de SPA, tiene una oferta completa de tratamientos y masajes, donde los cítricos vuelven a ser protagonistas.
Las instalaciones para reuniones, correctas, deberían poder panelarse más para adecuarse más al nº de asistentes.
El restaurante lo más flojo, una lastima, ni la carta de vinos corta aunque sorprendente de forma puntual, sobre todo en referencias galas, ni sobre todo la parte gastronómica esta a la altura del entorno.

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