Como reza el comentario anterior, está cerca de casi todo lo que puede interesar a un turista, incluso de la estación del tren. Hacen descuento si usas el transporte público para llegar.
Aparte de lo anterior, nos pareció un cuatro estrellas correcto, sin apenas nada destacable respecto a otros muchos que hemos visitado. La TV de la habitación nos pareció algo pequeña. Nos gustó que los amenities fuesen respetuosos con el medio ambiente.
Nos dieron las habitaciones 304 y 306. Pedimos una habitación con cama de matrimonio y otra con dos camas individuales, pero las camas estaban juntas, a modo de una cama de matrimonio.
Miramos la carta del restaurante, pero no nos convenció. Tampoco desayunamos en el hotel.
Céntrico a rabiar, a un minuto a pie del puente rojo que lleva al barrio judío, y a otro minuto de la plaza Independencia.
Ocupa el chaflán que forman una pequeña calle con tráfico limitado y otra peatonal.
De la cadena Faderson, un hotelito muy cuco, arreglado, con hall-recepción pequeñito pero con una moderna piscina climatizada y un gimnasio abajo.
La habitación que nos tocó era realmente amplia, con un cómodo sofá tresillo y en el rabito de la "L", como medio-separado de la zona principal, baño y vestidor.
Pensábamos que todas eran así pero no, fue la que nos tocó en suerte: la 111. El resto son de tamaño más normal.
La pega es que tiene una única y, aunque alta, estrecha ventana que da a una pared. Las otras habitaciones tienen vistas a alguna de las calles mencionadas.
Yo, si vuelvo, a la 111.
Tiene parking concertado en una finca cercana.
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