Una nueva estrella en el firmamento

Miro el oscuro rojo rubí y me disuelvo en su noche oscura clara.
Fuerzo el movimiento en la copa y su lágrima me ofrece estrellas bailando en un mar de fruta negra, entre guiños de sonrisas que yo devuelvo, esperanzada.
El aroma, ora serio, de madera y balsámicos, ora alegre, con aderezos de vainilla, pimienta y café, me dice que nada, ni siquiera el enfrentarse a la partida de un ser querido, debe ser tan sólo tristeza o vacío. Todo paso es una transición y el cambio se opone al estancamiento de la desesperanza y la autocompasión.
El tránsito del vino, desde la lengua hasta la garganta es suave, pero hoy este vino me sabe amargo a pesar de que mi lengua detecta dulzura.
Hoy una nueva estrella brilla en el firmamento y aunque sé que sólo debo mirar por la ventana para verla, me gustaría sacar una escalera y tras subir hasta su nuevo lecho, robársela a la noche para devolvérsela a su hija.
Vino valenciano, vino de luz y mar, abriga a quien llegó del frío de la montaña a mecerse en tus susurros y al oído dile, que estoy aquí, muy cerquita, que 500 km no son nada y menos cuando las dos miramos al cielo para unir nuestros ojos en la misma estrella.