Los vinos de impacto se han acabado

A mi entender, los vinos modernos han significado -generalizando bastante- un 90% de aumento de calidad (mejores técnicas en todos los campos) y un 10% de exceso. Cierto que hay vinos estupendos para catar, pero que no hay quien se meriende una botella completa. Pero al menos dan algo fuera de lo común. Lo anterior era ";estilo rioja"; a piñón o arqueología desinformada (¿cuántos vinos de entonces se dijeron tan ricos, y hoy no pasarían una virtual nuestra?). Así, la mayoría de nosotros no estaríamos aquí, creo. El vino de exceso no tiene futuro, pero es una pena... yo montaría un bar por copas con una sección de éstos ";sólo para aficionados a la cata";, y otros más ";potables"; (pa’ no morir de hambre). Bromas aparte, ¿hay futuro para modernos (potables) si no sirven para guarda? Ojalá que sí. Ahí estamos muchos, deseando la nueva añada de vinos de relumbrón... ¡y esperemos que no estén duros como piedras! ¿Y para los vinos de guarda? Ojalá que también. Ahora, más que nunca, hay herramientas comunicativas para saber qué vinos vale la pena beber y cuándo. Antes, marca y añada eran indiscutibles. Más calidad, más VARIEDAD, más información, aficionados con más criterio. ¿Dónde ven lo malo? ¡La guerra está en el precio, por supuesto, no desviemos la atención!

Saludos,