Monte Real

Yo compré el ya famoso lote de Monte Real Gran Reserva 73 (unas tres cajas en total) del que tantas botellas he abierto, en San Juan, Puerto Rico, del distribuidor, a un precio muy bajo. Resulta que lo que le llegó no se movía, aunque estaba originalmente a algo como $24 la botella, lo que colocaba a este gran vino en un rango más económico que gran parte de los riberas, prioratos y riojas ";de alta expresión"; que tal furor causaban en el momento.

Yo, aunque no tuviera a un vendedor avispado que me lo recomendara, me basté solito y agarré una botella para probar. S-E-N-S-A-C-I-O-N-A-L. Al día siguiente volví y compré seis botellas. Luego, como a la semana, otras seis. Antes de mudarme de Puerto Rico a Nueva York, compré otras dos cajas. Claro, para esa época ya estaba gozando yo de descuentos muy responsables, por ser el principal comprador de ese vino y porque no había muchos más como yo en San Juan.

Yo, por razones muy personales, me rehuso a volver a pisar suelo puertorriqueño, si puedo evitarlo. La experiencia de mis dos años allí me traumatizó demasiado, a nivel personal y profesional. Pero como Josie regresa a cada rato a ver a su familia *ella es de allá), fue trayendo para Manhattan, de tres botellas en tres botellas, más Monte Real Gran Reserva 73m hasta que a aquel distribuidor al fin se le acabó.

Ahora, mushasho... Lo que no entiendo es qué te poseyó a parear ese elegante rioja con un cabrales, un queso que, aunque en sus mejores manifestaciones puede ser divino, tiende a pulverizar el 90% de los vinos que conozco (otro 9% a penas sobrevive el encuentro y un 1% marida felizmente...) El jamón, okey, pero... ¿Cabrales?

En fin, un gran vino, que va a vivir largo y bonito...

M.