Re: Un Garbeo por el Douro (parte 2 de 2): Niepoort, Quinta do Vale Meao y Wine & Soul
Muchas gracias por vuestro reportaje, me ha traído buenos recuerdos, distantes y recientes.
Compré varias botellas tanto de Pintas como de Quinta do Vale Meão en la que era la mejor vinoteca de Pucela, Pecados Originales, como hace cosa de 15 ó 20 años, cuando estos tintos rondaban los 40 euros por botella y sorprendían por su intensidad. Ahora el precio se ha doblado con creces y, al menos en el segundo, no he encontrado la intensidad que recordaba.
Visitamos la bodega un jueves de principios de este Abril mientras descubíamos L@s Arribes, una breve incursión en Portugal desde aguas arriba. Aproveché esta oportunidad para conocer el lugar, un paraje único, con un Duero majestuoso en un precioso día soleado de plena primavera, con las vides ya con hoja y fruto. Me sorprendió el encontrar todo el viñedo con riego por goteo.
La hacienda se encuentra en una solana descendiendo hacia el Este Sureste, distintos tipos de uva conviven con los olivos. Fuimos atendidos muy amable y detalladamente por Maria, con la que recorrimos parte de la Quinta, ascendiendo hasta la capilla que la preside, desde donde gozamos de la magnífica vista. Rematamos con la visita de la bodega y con una cata de 5 vinos:
Meandro Blanco, fresco y espectacular, con muy buena relación calidad precio.
Meandro Tinto, el superventas de la casa, muy afrutado, pero algo falto de intensidad, quizás el goteo tenga algo que ver.
Monte Meâo Vinha do Cabeço Vermelho, un monovarietal de Tinta Roriz, nuestro Tempranillo, que se convierte en la segunda revelación de la jornada, tras el Meandro Blanco.
Quinta do Vale Meâo, potente a medias, del que esperaba más, quizás porque de él guardaba un excelente recuerdo
Quinta do Vale Meâo 10 Years Old Tawny Port, excelente como remate, sin corteza de naranja confitada.
Coincido casi totalmente con vuestra impresión.
Para acompañar se nos ofrece una fuente con almendras tostadas en la propia hacienda, barra libre del excelente aceite de oliva virgen de la casa y sabroso medio queso fresco de la zona, con una cesta repleta de en un principio abundante pan elaborado también en la propia hacienda que se revela bien escaso al poco tiempo.
Se nos ofrece finalmente la posibilidad de adquirir los distintos vinos y el aceite, que aprovechamos.
Una mañana para recordar la hospitalidad, la atención y las buenas sensaciones que recibimos durante la pausada cata, en la improvisada y preciosa sala abierta a la centenaria nave de barricas con un ventanal desde el que se contemplan los viñedos y el fluir del Duero.
Se nos recomiendan algunos sitios cercanos para comer y rematar el ya casi pantagruélico aperitivo con el que acompañamos la cata, pero eso ya es otra historia.
Respecto a los blancos probados la víspera, no habéis escrito nada del Taboadella Gran Villae, que tengo en cartera. El Villae a secas, que me dieron a probar en Oporto el año pasado y que he pedido ya dos veces, este año ya agotado, lo encuentro rotundo, pero pulido, intenso, muy acertado y a un precio más que adecuado, el Gran Villae lo triplica en precio y no creo que esté tres veces más bueno.