Lo más gracioso, sin duda, ocurrió con uno de mis cuñados. Mi padre, como buen

Lo más gracioso, sin duda, ocurrió con uno de mis cuñados. Mi padre, como buen albañil, amante de las bromas más bien pesadas, decidió rellenar una botella de Viña Tondonia GR 1982, que le regalé por su cumpleaños y que nos habíamos tomado mano a mano, con el vino que teníamos para el menú del restaurante. El tipo, nada más ver la botella, empezó a cantar sus alabanzas, que se acentuaron cuando lo probó. Mi padre y yo acabamos en el baño con agujetas de tanto reírnos :-D

Lo último, el pasado viernes en la experiencia verema. Tenía la boca llena de vino e intenté hacer entender por señas a una señora, del tipo maruja cincuentona, que me dejase acercarme a la escupidera. La señora no hacía más que decirme de malas maneras que hablase... Y a punto estuve de hacerlo... Creo que la señora en cuestión estaba buscando la sección de degustaciones del Lidl y se equivocó de edificio ;-P

Lo que encuentro lastimoso de veras, y lo veo a menudo entre foreros y no foreros, es beber con la vista. Puedo contar con los dedos de una mano la gente que conozco que es capaz de acertar la variedad de uva, la añada, la zona de procedencia,... de un vino con un porcentaje significativo de acierto. Quisiera reivindicar la cata a ciegas como herramienta imprescindible para otorgar cierta credibilidad a las bondades de los vinos. Memorizar las características de los vinos es relativamente fácil. A mí me cuesta muchísimo más desprenderme de mis conocimientos para valorar de la forma más imparcial posible cada vino que pruebo. Y no soy capaz de apreciar los vinos que no son de mi gusto, sean del precio que sean :-)