Todavía es inusual encontrarse tapones de cristal en lo vinos españoles. Color pajizo pálido con destellos verdosos, tiene una nariz característica de la moscatel, con toques de uva fresca, flor blanca y algo de almíbar ligero. Es boca el ataque es intenso, es seco, untuoso, con notables amargos, buen amargos, cierta grasa, bien de acidez, largo y atractivo. Muy rico....

Es de color amarillo muy palido, con ribete verdoso, bonito y brillante.
En nariz en principio esta cerrado, hay que darle algo de aireacion, se abre y destacan los aromas tipicos de la variedad moscatel (auvados), aromas florales y fruta blanca, algunos herbaceos y balsamicos, fondo citrico y mineral.
En boca es totalmente diferente, salen mas las notas citricas, la acidez es correcta, mucha frescura, seco, con menos fruta y flores que en nariz, mineralidad por un tuboy un final con gran equilibrio dulce-amargo, con recuerdos salinos y minerales.

Clara y André día a día, prueba a prueba, mimo a mimo, están logrando cotas de calidad en sus vinos que sientan un antes y un después. Vinos enormes en su claridad, sinceros, francos, gozando de una complejidad como el caso de su Ariyanas Terruño Pizarroso prácticamente sin precedentes.

Este vino joven con el justo aporte de sus lías, le proporciona un toque de estructura y cremosidad en boca, permaneciendo su enorme frescura balsámica de menta muy limpio, con un final de sensaciones amargas que aporta longitud y acentúan su carácter, las sensaciones aumentan cuando encontramos notas salinas, propias de una pizarra mágica. Grande Bentomiz.

La añada 2010 fue una gran añada para la Moscatel de Alejandría en la zona de la Axarquía malagueña. Un año en el que los frutos maduraron en perfecto estado de salud, dando la plenitud que estas tierras son capaces de ofrecer merced a un suelo pizarroso que hace milagros con estas viñas de cepas muy viejas.

El vino presenta un color dorado pálido, con ciertos reflejos verdosos y un aspecto limpio y brillante. De lágrima glicérica, ancha y de lento discurrir. De un elegante porte.

En nariz, a copa parada, el vino se muestra con una notable intensidad de aromas. Pleno, fragante y sincero, muy franco en el perfil de la moscatel, con unas notas muy aromáticas de recién inaugurada juventud, cargada de frutas frescas y apuntes florales. Recuerdos de piñas, de pomelo amarillo, de membrillo fresco recién cortado, con ese toque cítrico a la vez que dulce. Notas de azahar y flores blancas. Tras agitar la copa, los aromas estallan en armonía, en una preciosa coral bien conjuntada de aromas frescos, dulces y frutales, con un cierto toque tostado, exquisito, de apuntes de panadería y levaduras frescas, que redundan en la elegancia y el atractivo de una nariz elegante, armoniosa y vivaz.

En boca el vino es ya un canto a la elegancia. Con una integración de sabores y sensaciones increíble para la juventud que posee, el vino hace un alarde de armonía en un despliegue de notas frescas, frutales y florales, en un manantial de frescura integrada. La textura grasa, sedosa, transporta con finura la magistral sinfonía de los cítricos, las flores del acacia, las pinceladas finas de ligerísimos tostados, y las placenteras notitas amargosas de la moscatel en toda su plenitud de aromas. Con un final largo, que deja un placentero recuerdo de notas de pomelo amarillo, del flores y tostados dulces.

Me atrevería a augurar que estamos ante una de las mejores añadas de Ariyanas Seco Sobre Lías Finas, con un potencial de evolución en botella que, a buen seguro, lo convertirá en un Vino con mayúsculas. Podría decir que es el más elegante, en esta primera fase de juventud, de todos los Ariyanas Secos habidos hasta ahora. Promete muchísimo... Un pequeño consejo: no servir demasiado frío: con 9º-10º C despliega todo su potencial en boca y en nariz.